El desaparecido Convento de San Diego

Fotocomposición de Juan Carlos Urueña Paredes (Rincones con fantasma ISBN: 84-95389-97-5)

De la Plaza de las Brígidas sale una callejuela a la espalda del Palacio Real, hoy dependencias militares. Se trata de la calle de San Diego, así llamada por estar en ella el desaparecido convento franciscano de ese nombre.

La calle en la actualidad

Fue patronato de la casa de Lerma, fundado a pesar del monumental enfado de la comunidad de San Francisco de la Plaza Mayor. Entre las crónicas que aluden a San Diego destaca por lo anecdótico la contenida en el libro de J.M. Quadrado, que sobre la historia de Valladolid escribió en 1885 y donde cita:

“Para completar la fisonomía de aquella Corte, en la misma plazuela se fundó con la protección del de Lerma un convento de recoletos franciscanos de San Diego, en una de cuyas celdas cuéntase que solía encerrarse Felipe III a hacer penitencia hasta salpicar de sangre las paredes”


Una última curiosidad sobre San Diego nos la relata Canesi en su “Historia de Valladolid”, al tratar de las cosas con que lo dotó en duque de Lerma cuando fue fundado. Cuenta que mandó hacer:

“…un oratorio, adornado con muchas reliquias y efigies de escultura muy primorosas; entre ellas, tres muy especiales, que son un Cristo crucificado, un San Lázaro y un San Lorenzo en las parrillas; hechuras de Rodrigo Moreno, de Nebrija, natural de Granada, que siendo manco del brazo izquierdo (dígolo por cosa singular) se valía de un muchacho que le aseguraba el escoplo para dar los golpes…”

Este es uno de los pocos vestigios que quedan del convento de San Diego, que tras la desamortización sirvió como depósito de libros, cuartel de la Guardia Civil, parvulario hasta que en 1895 se procede a su derribo.

Tan curioso artífice vino a Valladolid para solicitar una pensión por los servicios que prestó su padre durante ciertos disturbios en la ciudad de Granada, y se le ocurrió que podría conseguirla agrandando el duque, y así…

“…ejecutó estas tres alhajas con tan raro primor que regaló al duque de Lerma con ellas, por ver si así podría lograr su intento; mas fue tan infeliz que malográndose su esperanza, murió en Valladolid con tal miseria, que fue preciso enterrarle de limosna la cofradía de las Animas de la parroquia de San Juan, donde era feligrés..”

Imagen del claustro durante su derribo

Tras varios usos y restauraciones, san Diego fue derribado a principios del siglo XX.


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-Fuente: Rincones con fantasma (Juan Carlos Urueña Paredes). ISBN: 84-95389-97-5

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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Rubén ha dicho que…
¿Qué podemos decir, si no reiterar lo interesante y ameno que ha sido el artículo?
Saludos.
vallisoletano ha dicho que…
Hombre, me aclaras algo sobre esa columna abandonada. La saqué un día en mi blog, pero no sabía con qué tenía que ver.

Muchas gracias por aportarme el dato.