Cristo atado a la columna de Gregorio Fernández



Por José Delfín Val
El 16 de junio de 1623 Gregorio Fernández se comprometía mediante documento escrito ante la cofradía de la Vera Cruz a hacer un paso de El Descendimiento. Y para ajustar los precios de la figuras que lo iban a componer tomó como referencia las de un paso que había hecho cuatro años antes, el “Azotamiento del Señor”, para la misma cofradía. El paso proyectado iba a llevar siete figuras, como así fue y es todavía hoy; y es de sospechar que la historia del azotamiento fuera contada por el escultor con el mismo número de figuras. Bien porque el paso del Azotamiento llevaba muchas figuras de taller, o bien porque Gregorio Fernández quería superarse y mejorar paso a paso, se acordó dejar en manos del platero Francisco Díez lo que en demasía tuviera de bueno y artístico el paso nuevo con respecto al anterior, ya en poder de la cofradía. Es decir, el platero quedaba como tasador de la obra fernandina.
En la actualidad Cristo está solo y no hay sayones azotadores que envilezcan la escena. Contemplando la figura sola, la escena sin comparsas, tiene dos puntos de vista, dos sensaciones, según sea visto el Nazareno de frente o de espaldas. Cuando hemos fotografiado esta imagen –y las ocasiones en que se nos ha permitido han sido varias- hemos comprobado que de frente y de un costado a otro, no existe ningún mal tiro de cámara; toda la variedad de gestos que se pueden captar son estéticamente magníficos. Solamente la ofuscación artística surge cuando se fotografía la espalda, excesivamente ensangrentada, que supera con mucho la que pudieran producirse en las procesiones del siglo XVII aquellos llamados “hermanos de sangre”, muchos de ellos pagados, que asombraron a Pinheiro da Veiga porque “les escurrían cuajarones de sangre de más a libra”.
La yagas marcadas por los flagelos, para mayor realidad, escribió Gregorio Fernández, “van de corcho y sangre cuajada”. Los ojos son de cristal y parecen mirar realmente.
En 1626 se hizo una reconstrucción del paso añadiéndole las figuras que, supuestamente, le puso Gregorio Fernández y que en la actualidad se encuentran formando parte de otros. Pero aquella búsqueda de la autenticidad fracasó: el Cristo es hermoso en su soledad escénica y los acompañantes desvirtúan el esplendor.
El paso “El señor atado a la columna” presenta un desnudo anatómico perfecto, una suave fragilidad en las manos, que no se posan en la reemplazable columna (de todo punto extemporánea), en un gesto sereno sin distorsión y una encarnación que recupera la original aplicada por el artista policromador (pudo ser Diego Valentín Díaz).
Gustó tanto esta imagen, que Gregorio Fernández y algunos otros escultores se vieron en la necesidad de repetir el asunto por encargo de otras cofradías y conventos. De tal modo que cristos atados a la columna (reproduciendo la columna troncocónica de piedra llevada a Roma desde Jerusalén en 1223 por el cardenal Colonna y considerada como la auténtica) los hay en los conventos del Sacramento y le Encarnación en Madrid; en el convento de Santa Teresa de Jesús en Valladolid; en las Carmelitas Descalzas de Calahorra (Logroño) y en el convento de Santa Teresa, de Ávila.
Con esta escultura de Gregorio Fernández quedó fijado el tipo de flagelado.

Datos:
-Autor: Gregorio Fernández, 1619-1623
-Cofradía que lo alumbra: Hermandad Penitencial de Ntro. Padre Jesús Atado a la Columna (1930)
-Días: Lunes, Martes, Jueves y Viernes Santo
-Procesiones en las que participa: Rosario del Dolor, Peregrinación de la Promesa, procesión de Regla de la Santa Vera Cruz y en la General de la Pasión.
-Propiedad: La Cofradía de la Vera Cruz en su iglesia homónima.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
como estas? su espacio online es muy bueno,es la tercera vez que hay visitado su blog, muy informativo!
abrazo
Marcos Valdespino ha dicho que…
¿Dónde me miraste que tan bien me retrataste? Cuenta así la leyenda que al terminar Gregorio Fernández de esculpir esta talla, el mismo Cristo le habló y le formuló la pregunta, a lo que Fernández contestó: En mi corazón, Señor.

Una de las tallas más impresionantes que se pueden ver en la Semana Santa vallisoletana. Muy buena la actualización.

Un saludo.