Bicentenario de la 2ª batalla de Cabezón, voladura del puente y estancia de Wellington en Cabezón de Pisuerga


Acuarela pintada por el Capitán de Ingenieros Charles Ellicombe.
Imagen obtenida por Miguel Ángel García García

Este mes de octubre se cumplen 200 años de uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la provincia de Valladolid. Dentro del contexto de la Guerra de la Independencia Española, en Cabezón acaecieron dos batallas, la primera y más conocida el 12 de junio de 1808 y la segunda el 27 de octubre 1812, en esta última, se produjo un suceso que marcará la vida en Cabezón de Pisuerga durante muchos años. El 29 de octubre de 1812 aproximadamente a las 9 de la mañana el general Wellington ordena volar el tercer arco del puente sobre el río Pisuerga para impedir el paso del ejército Francés en dirección a Valladolid. El puente no se reconstruyó en piedra tal y como ahora lo vemos hasta 1852, es decir 40 años después.
Estos hechos merecen ser recordados, más de 100.000 soldados llegaron a Cabezón entre los días 24 y 29 de octubre de 1812, los franceses desde el lado derecho para intentar pasar el río y tomar Valladolid; por el otro lado, el ejército aliado formado por tropas inglesas, alemanas y portuguesas junto con parte del ejército español situados en el lado izquierdo del río, en la ladera de la montaña, en el mirador del puente y en las bodegas.


Duque de Wellington

Así fueron los acontecimientos aquel octubre de 1812:

La vanguardia aliada llega a Cabezón de Pisuerga el día 24 de octubre y el 26 se une el conjunto del ejército con Wellington a la cabeza:

”Formamos al otro lado del río y nos situamos encima de un antepecho enfrente del puente. Los ingenieros comenzaron a perforarlo para volarlo, perforaron la fábrica de los arcos medios, llenando el lugar de polvo” 

El día 24 de octubre los soldados ingleses se sitúan en la altura sobre el puente, disponiéndose los ingenieros a perforarlo para proceder a su voladura. Una nube de polvo cubre el lugar. Los carruajes, heridos y civiles, que acompañaban a las tropas aliadas desde Burgos, continúan hacia la ciudad de Valladolid. Las bodegas situadas en la ladera encima del río son aprovechadas para colocar la artillería, y el paso del puente es obstaculizado con carros requisados a los vecinos de la población. Los habitantes temen que vuelvan a producirse los sucesos del 12 de junio del no tan lejano año de 1808, cuando los franceses, una vez derrotado el ejército del general español Gregorio de la Cuesta, entraron en la villa robando todo lo que encontraron a su paso. Después los vecinos tuvieron que acercarse a la ciudad de Valladolid para recomprar, por doscientos reales, el incensario y la concha de plata de bautizar, al relojero Josep, que a su vez se los había comprado a los franceses, que lo sustrajeron de la iglesia; y ciento cuarenta y cuatro reales que abonaron a los alemanes, por la paz y otros objetos de la iglesia. El copón nunca apareció, teniendo que hacer uno nuevo.



Para que no les vuelva a ocurrir lo mismo, los cabezonenses esconden todos los objetos de valor y abandonan sus casas camino de Valladolid, otros sin embargo se ofrecen para colaborar en la defensa proporcionando alojamiento y suministros a los soldados, sintiendo preferencia por las tropas españolas del ejército de Galicia y los guerrilleros de don Julián Sánchez “El Charro” que opera bajo las órdenes de Lord Wellington y es el temor de los franceses que ocupan Salamanca y Valladolid.

Al atardecer del 26 llega el ejército francés, posicionándose en la llanura frente al puente. Un teniente británico (Jones K.E) permanece durante toda la noche en el puente, preparado para activar las cargas que volarán el tercer arco en caso de que las tropas francesas intenten cruzarlo.
El teniente, durante toda la noche del 26 de octubre permaneció tendido en el centro del puente de Cabezón. El enemigo en un extremo y un piquete británico en el otro, el oficial de ingenieros en el centro entre ambos, listo para prender fuego a la mina en el instante en que el enemigo intentara avanzar. Él oficial, sin embargo, se mantuvo en silencio durante la noche. Al amanecer, Lord Wellington llegó a la barricada y después de muchas consultas con el oficial de ingenieros, se retiró.



Las primeras luces del día 27 revelan una densa niebla que imposibilita ver la orilla opuesta del río. El ataque francés tiene que demorarse hasta las nueve de la mañana, momento en que se ordena a la infantería ligera francesa atacar el puente, bajo cobertura de once piezas de artillería dirigidas por dos brigadas de este cuerpo. Las baterías instaladas por el ejército bajo el mando de Lord Wellington en la ladera y en la base del puente, junto al eficaz fuego de los fusileros, impiden a los franceses cruzar el río después de un arduo ataque, teniendo que retroceder. El General francés Joseph Souham desiste de continuar con el combate y decide seguir bajando por el curso del Pisuerga hasta Valladolid, dejando en Cabezón un fuerte contingente de tropas que fijen la posición aliada. Wellington, desde las alturas de Cabezón, puede observar al ejército francés de Portugal y comprobar que se ha reforzado con tropas venidas del Norte. Se da cuenta de que está en inferioridad numérica. 

Proceso de construcción del que será monolito conmemorativo de la batalla

Según palabras textuales de Wellington: 

“Desde que le escribí en el día 26, he tenido oportunidad de ver entero el ejército enemigo, al estar posicionado en la orilla opuesta del Pisuerga ayer. Están ciertamente muy reforzados. El ejército de Portugal ha recibido un refuerzo de 10.000 hombres (incluida la caballería) de Francia; y tengo razón de creer que ahora hay dos divisiones de infantería con este ejército, pertenecientes al ejército del norte.”

Los franceses descienden por el Pisuerga con la intención de cruzar por el Puente Mayor de Valladolid, y los situados en Simancas y Tordesillas.

Wellington ya no tiene motivos para continuar en Cabezón y a las cinco de la mañana del día 29 de octubre parte con sus tropas hacia Valladolid ordenando volar el tercer arco del puente. Los habitantes de la villa ven con pesar descender los restos de la construcción río abajo, sólo hacía unos 20 años que se había restaurado.




Cabezón de Pisuerga irá recuperando la normalidad poco a poco, los daños sufridos en las casas a consecuencia de la artillería francesa serán arreglados, los vecinos retornarán a sus casas y se reparará el arco volado en el puente con un entramado de madera. Pero pasarían 40 años hasta que el puente quedara definitivamente arreglado, tal y como lo vemos hoy en día.

Espero que esta breve referencia histórica extraída, del libro “1812 Wellington en Valladolid” de Miguel Angel García García, sea de vuestro interés y despierte la curiosidad por la historia de nuestro pueblo, y os anime a participar en los actos organizados para conmemorar estos acontecimientos.




Comentarios

Mercedes ha dicho que…
Gracias por este apunte histórico que nos acerca a lo que hemos sido y los avatares que ha sufrido nuestro pueblo y nuestra ciudad.