Horror en la vía. El accidente ferroviario de 1988

Foto: Juan José Romero Rioja

Por Oscar Fraile (El día de Valladolid)
Madrugada del 3 de marzo de 1988. Estación de trenes de Valladolid. A las 3.00 horas el expreso número 861 procedente de Madrid y con destino a Santander se encuentra parado en el andén 1. Por detrás, en la misma vía, se acerca otro expreso, el Costa Vasca, que también partió de la capital, pero con destino a Bilbao. Faltan apenas unos segundos para que un fallo en el sistema de frenado derive en el mayor accidente ferroviario de Valladolid de la historia moderna.

Todo sucedió muy rápido, el Costa Vasca embistió a 45 kilómetros por hora al convoy estacionado y provocó una tragedia que acabó con ocho personas muertas y 30 heridas. Y pudo ser peor, porque el vagón de cola del expreso cántabro, que estaba cargado con automóviles, amortiguó el golpe antes de que el tren llegara al siguiente vagón, un coche cama en el que viajaban diez personas. Ocho murieron, otra resultó ilesa y a otra hubo que rescatarla después de que se quedara atrapada por el brazo.
Entre los fallecidos se encontraba el consejero de Obras Públicas del Gobierno Cántabro, Félix Ducasse. Además, la persona que quedó atrapada era Juan Tarín, director general de Agricultura del mismo ejecutivo.


Foto:Cacho (El diario Montañés)


El motivo principal del accidente fue un fallo en los frenos. Según cuentan las crónicas, el maquinista se dio cuenta de que algo no iba bien cuando circulaba a 75 kilómetros por hora e intentó reducir, sin éxito, la velocidad. A poco más de un kilómetro para entrar en la estación tomó la drástica decisión de desconectar el fluido eléctrico y dejar sin potencia la locomotora. Pero no fue suficiente. El maquinista tuvo que saltar literalmente del tren y el impacto arrugó como un acordeón el vagón cargado de coches y llegó a incrustarse en el que viajaban pasajeros.

Las tareas de rescate fueron muy complicadas. Al no poder utilizarse sistemas eléctricos, por el peligro que entrañaban para los posibles supervivientes, los Bomberos tuvieron que valerse de una grúa y desguazar poco a poco el tren. Así, hasta pasadas cuatro horas no pudieron sacar el primer cuerpo sin vida. Una chica de 19 años.

Entretanto, un equipo de psicólogos hablaba con algunas de las personas que estaban conscientes en el interior, entre ellos Juan Tarín, que estuvo atrapado por el brazo desde las 3.00 hasta que lograron sacarle a las 8.15 horas. A las 9.30 los servicios de emergencia lograron sacar por el techo a otro fallecido y en las tres horas siguientes se rescató a todos los demás.

El accidente provocó un gran impacto en la sociedad vallisoletana. A primera hora de la mañana estaban allí casi todas las autoridades. El por entonces alcalde de la ciudad, Tomás Rodríguez Bolaños, se encontraba en Madrid, pero no faltaron el presidente de la Junta de Castilla yLeón, José María Aznar;  el portavoz del Gobierno, el vallisoletano Miguel Ángel Rodríguez; y el presidente de Renfe, Julián García Valverde.

Hasta tal punto tuvo impacto esta tragedia en Valladolid que al funeral de las ocho víctimas, que se celebró al día siguiente, acudieron unas dos mil personas. El acto funerario tuvo lugar en la Catedral de Valladolid, aunque todos los fallecidos fueron trasladados a su lugar de origen, Cantabria, donde se les enterró.



El maquinista no activó los frenos de emergencia
Aunque la causa principal del accidente fue un fallo en los frenos, el maquinista del tren que se dirigía a Bilbao no activó el sistema de emergencia. El Boletín Oficial del Senado del 24 de mayo de 1988 recoge varias preguntas del senador almeriense Manuel Arqueros Orozco sobre las causas de este siniestro que van dirigidas al ministro de Fomento, que por entonces era Abel Caballero.

En una de las respuestas recogidas en este documento se asegura que una de las causas del accidente fue «el no accionamiento de las válvulas de urgencia (maquinista) ni de socorro (ayudante) en ninguna de las dos locomotoras». Desde el Gobierno explican que es una conclusión que se deduce de las pruebas y «tras una profunda y exhaustiva investigación». Cabe recordar que este trabajador de Renfe fue sometido a la prueba de alcoholemia tras el accidente y el resultado fue negativo.

Algunos meses después el Juzgado de lo Penal número dos de Valladolid condenó al maquinista y a su ayudante a diez días de arresto menor y al pago de una multa de 75.000 pesetas por una falta de imprudencia.

Además, el juez dictaminó que deberían indemnizar con casi dos millones de pesetas a a Concepción Acedo y con 300.000 a Antuisa Rodríguez, las dos únicas lesionadas que llevaron el caso a los tribunales, según cuenta el diario El País en su edición del 28 de julio de 1990.
Desde el Gobiero se dieron algunas explicaciones más sobre las causas del accidente. Eso sí, de carácter muy técnico. Por ejemplo, «tener la locomotora 269-032 en su relé principal el cuerpo móvil de la válvula de corte agarrotado».

Fuente: http://www.eldiadevalladolid.com/noticia/ZEC5B7FF5-DEB9-9EB0-AAB2786011372ABC/20130304/25/a%C3%B1os/horror/via

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