Medina del Campo. Las ferias generales del reino.

Mercado en la Plaza Mayor de Medina del Campo.
Litografía de Muirhead Bone, 1936

EL PROTAGONISMO DE MEDINA DEL CAMPO COMO IMPORTANTE ENCLAVE DEL COMERCIO CASTELLANO DURANTE LOS SIGLOS XV Y XVI ES BIEN CONOCIDO POR TODOS. SUS FERIAS DE MERCANCÍAS EN LOS TIEMPOS DEL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS SON LAS MAS IMPORTANTES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA, TANTO POR EL VOLUMEN DE MANUFACTURAS Y PRODUCTOS LLEGADOS DESDE TODOS LOS CONFINES DE EUROPA, COMO POR EL NUMERO DE TRANSACCIONES DINERARIAS EFECTUADAS. 

Asimismo su conversión en ferias de pagos a partir de las últimas décadas del siglo XV es el punto clave para entender el carácter internacional que llegaron a alcanzar, haciendo de esta villa un lugar de primera magnitud y de obligada referencia en el panorama económico europeo de finales del Medievo. Gracias a su concatenación temporal con las ferias flamencas de Brabante y luego con las francesas de Lyon, podían realizarse sin excesivas demoras importantes transacciones mercantiles y dinerarias con las ciudades más importantes de la Europa del momento. 

Detalle de la Vista de Écija en la edición Civitates Orbis Terrarum (Colonia 1593-1594)

Para llegar a este estatus privilegiado, que distinguía a Medina del Campo como una de las más prósperas plazas comerciales del Occidente europeo, tendrán que concurrir varios factores, unos coyunturales y otros venidos de tiempos más lejanos. En principio, cabe citar su inmejorable situación geográfica de encrucijada de caminos y cañadas, que convertía a esta villa en un lugar estratégico situado a menos de una jornada de importantes ciudades castellanas como Valladolid, Zamora, Salamanca, Avila y Segovia, siendo por tanto un lugar de paso obligado entre ellas y punto ineludible del importante eje comercial entre Toledo, Burgos y los puertos del Cantábrico.

El Mercader. Grabado de Jost Amman, 1568

 A ello ha de añadirse la eficacia mostrada por las autoridades locales durante décadas, haciendo cumplir estrictamente las ordenanzas citadas de 1421 acerca del aposentamiento de los mercaderes llegados a la villa en tiempos de feria. Otro punto fundamental es el apoyo incondicional de los sucesivos monarcas, favoreciendo a la villa y sus ferias con privilegios de todo rango, como Enrique IV cuando establece en las Cortes de Santa María de Nieva, en 1473, que: ”Ferias francas y mercados francos no sean ni se hagan en nuestros reynos y señoríos, salvo la nuestra feria de Medina y las otras ferias que de nos tienen mercedes y privilegios confirmados”; y más especialmente los Reyes Católicos quienes, en abril de 1491, las declaran ”Ferias Generales de nuestros Reinos’, manifestando expresamente su supremacía sobre las de Valladolid (hasta entonces las más importantes de Castilla).

Vista de Medina del Campo.
Por Antón Van den Wyngaerde, 1565

Por último, y esto es de vital importancia, las ferias medinenses cuentan a partir de esa época con el apoyo explícito de los grandes comerciantes internacionales, cuya participación efectiva se hacía a través de los mercaderes y hombres de negocios burgaleses, los más poderosos de la Castilla de entonces. Su concurso incide de modo significativo en la llegada de mercaderes "andantes en ferias" de todas las villas y ciudades manufactureras de la península, así como la activa intervención de agentes y consignatarios de las grandes compañías comerciales europeas, fundamentalmente de dos focos: el flamenco (con Amberes, Brujas, Bruselas, Malinas...) y el italiano (con Génova, Milán, Florencia...); con ellos llegarían a mediados del siglo XV, es decir, en una época muy temprana para Castilla, las novedosas prácticas mercantiles y financieras que  posibilitaban el comercio a gran escala. Se tenía, de este modo, garantizada la llegada de mercaderías, capitales e instrumentos cambiarios, todos ellos elementos imprescindibles en cualquier actividad comercial de cierta entidad.

Fuente: Extracto del artículo publicado en la revista Historia de Iberia Vieja Núm. 3 (Medina del Campo. Las ferias generales del reino). Por: ANTONIO SÁNCHEZ DEL BARRIO. Fotografias: Museo de las ferias de Medina del Campo.

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