La Iglesia de Santa María de La Antigua se levanta desde al menos el siglo XI en la ciudad de Valladolid. Conserva de fines de la centuria siguiente (siglo XII) una esbelta torre románica rematada con un chapitel apiramidado de teja y un pórtico en el lado norte también románico. El resto del edificio es gótico y neogótico, pues se levantó en el siglo XIV y fue intensamente restaurado y reconstruido en la primera mitad del siglo XX.
Posiblemente sea una de las parroquias con más historia de Valladolid. Bajo el actual edificio se han encontrado restos de unos baños romanos. Se menciona su existencia en 1088, siendo por lo tanto anterior a la Colegiata de Santa María la Mayor a lo que alude su apellido la Antigua. Parece ser que fue dotada, en el siglo XI (1095) por el conde Pedro Ansúrez, repoblador de la ciudad. De esta construcción primitiva no se conserva nada. Las partes más antiguas del actual templo datan de finales del siglo XII o primeros años del siguiente y son de estilo románico: la galería porticada situada al norte del edificio, y la esbelta torre, situada a los pies, con planta cuadrada y cuatro pisos, con ventanas en los tres últimos, rematada con chapitel piramidal.
Interior de la Iglesia (Fuente: Wikipedia)
El resto del templo fue reedificado probablemente en el siglo XIV, bajo el reinado de Alfonso XI de Castilla, siguiendo el estilo gótico y con notables influencias de la Catedral de Santa María de Burgos. Esta iglesia del siglo XIV se organizaba en tres naves, rematadas por tres ábsides poligonales, sin girola, y crucero manifestado sólo en los alzados y no en la planta. La planta presenta varias irregularidades, sobre todo en la cabecera, quizás por intentar aprovechar cimentaciones anteriores, por errores de replanteo o por cambio de decisiones, y el eje del templo tiene una ligera desviación frente a los de la torre y galería porticada. Las bóvedas eran de crucería sencilla y se apeaban sobre pilares de núcleo cilíndrico con columnillas adosadas. Los plementos de la capilla mayor están calados, como sucede en la catedral burgalesa. La iluminación se resolvía con esbeltos ventanales ojivales geminados con derrame exterior e interior en los ábsides, sencillos huecos pareados en la nave central y dos grandes rosetones, cuya tracería original se desconoce, en los dos hastiales de los cruceros.
Reformas y restauraciones del edificio (siglos XV al XIX)
El edificio sufrió múltiples reformas, debido a su carácter de parroquia populosa y por su deficiente cimentación, construido al lado de uno de los ramales del río Esgueva. Hacia 1500, se adosó a su flanco sur una casa rectoral y el ábside lateral del lado del Evangelio fue transformado. En él se alojaba la imagen de Nuestra Señora de la Zarza que, según la leyenda, había sido encontrada durante la construcción de la primitiva iglesia en 1096, oculta en una zarza. Adosada a esta capilla, se disponía la casa de las mujeres emparedadas. En estos momentos, también se realizó un coro alto soportado por una bóveda de crucería estrellada, sobre el tramo de los pies de la nave central.
A mediados del siglo XVI, el célebre arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, debido a la ruina del edificio, replanteó el sistema de contrarrestos del edificio, construyendo nuevos arbotantes y contrafuertes y reformando y abriendo nuevas varias ventanas. También en ese momento, los huecos del último cuerpo de la torre románica fueron reformados para poder colocar campanas mayores en ellos, se dispusieron antepechos en todos sus huecos y el cuerpo bajo de la misma se forró con un grueso muro de piedra de más de dos metros de espesor para aumentar su estabilidad. Así mismo, en el siglo XVI se realizó un estimable retablo mayor, tallado por Juan de Juni entre 1550 y 1562, que enmascaró el interior del ábside de la nave central. Hacia 1706 se añadió la capilla de Nuestra Señora de la Soledad y las Ánimas, junto a la sacristía de la Parroquia, ambas piezas adosadas a los ábsides y realizadas en ladrillo. Varios retablos de estilo barroco fueron asentados en el interior durante los siglos XVII y XVIII, contribuyendo a enmascarar más el espacio gótico, escasamente valorado durante el barroco. En algún momento, los dos grandes rosetones de los cruceros fueron cegados.
Iglesia de La Antigua a principios de Siglo XX
Se conoce el interior del edificio antes de las restauraciones del siglo XX gracias a una serie de fotografías publicadas por Martí y Monsó en su obra Estudios de arte relativos principalmente a Valladolid, de 1898. El interior estaba totalmente enlucido. En el ábside mayor se encontraba el retablo de Juan de Juni y el zócalo se encontraba decorado con interesantes azulejos. El ábside del lado de la Epístola estaba dedicado a capilla del Doctor Tovar y contenía un retablo con buenas pinturas tardogóticas del siglo XV (hoy conservado en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid) y se cerraba con una apreciable reja del siglo XVI. En el muro sur del crucero se disponía un retablo barroco y se abría un arco angrelado que daba paso a la pequeña capilla de San Sebastián. En los dos pilares torales más cercanos a la cabecera, se encontraban adosados sendos retablos barrocos de hacia 1700, haciendo el oficio de colaterales. En el coro alto, obra de hacia 1500, se hallaba un órgano de fachada barroca. Tenemos noticias de órganos en esta iglesia desde 1512, aunque hoy no conserva ninguno.
La restauración del siglo XX
A finales del siglo XIX, el edificio acusaba ruina inminente. En 1897, el edificio fue reconocido como monumento nacional, realizando el arquitecto Enrique María Repullés un informe en el que se valoraba la iglesia. Tras obtener los fondos necesarios, la restauración comenzó en 1900, bajo la dirección de Antonio Bermejo, quien intervino en la torre románica y en la galería porticada. Al fallecer éste en 1901, se nombró director de la obras a Vicente Lampérez, quien restauró la flecha de la torre y la galería porticada.
Sin embargo, Lampérez renunció en 1904 por la escasez de fondos debido a la gran cantidad de obras nacesarias para salvar el edificio, en muy mal estado, al que Lampérez no asignaba el interés suficiente como para realizar en él obras de gran envergadura. En 1908, Juan Agapito y Revilla y Santiago Guadilla de la Serna realizaron un informe en el que declararon absolutamente ruinoso todo el edificio gótico menos los ábsides, con lo que la iglesia se cierra al culto, trasladándose el culto parroquial a la cercana iglesia de las Angustias.
Al año siguiente, el arquitecto Ricardo García Guereta realizó un proyecto para restaurar la torre eliminando sus antepechos del siglo XVI y el gran muro que forraba su cuerpo bajo, procediendo a recalzar la torre con hormigón, además de sustituir algunos sillares y piezas de impostas, rejuntando toda la sillería de la torre. En 1911, dado el mal estado de las partes góticas, Adolfo Fernández Casanova declaró que sería mejor derribar las naves y el crucero de la iglesia, además de todas las edificaciones adosadas, salvando los ábsides, la torre y la galería porticada románica, y realizar a continuación un edificio nuevo que no desdijera de lo conservado.
Se hizo caso de ello y hacia 1917 se procedió a derribar las partes indicadas. El retablo de Juan de Juni se trasladó en 1922 a la Catedral de Valladolid, donde se encuentra en la actualidad. El nuevo templo que se construyó entonces es de estilo neogótico y está totalmente basado en la morfología de la antigua iglesia ojival, armonizando perfectamente con los ábsides del siglo XIV conservados. Se organiza de la misma manera que la iglesia coetánea a los ábsides: tres naves de dos tramos con crucero no marcado en planta y cubierta con bóvedas de crucería sencilla.
Antes del derribo de las casas aledañas |
Se hizo caso de ello y hacia 1917 se procedió a derribar las partes indicadas. El retablo de Juan de Juni se trasladó en 1922 a la Catedral de Valladolid, donde se encuentra en la actualidad. El nuevo templo que se construyó entonces es de estilo neogótico y está totalmente basado en la morfología de la antigua iglesia ojival, armonizando perfectamente con los ábsides del siglo XIV conservados. Se organiza de la misma manera que la iglesia coetánea a los ábsides: tres naves de dos tramos con crucero no marcado en planta y cubierta con bóvedas de crucería sencilla.
El nuevo templo también dispone de coro alto, inspirándose y quizás reaprovechando elementos del datado en el siglo XVI, y de arbotantes. En los dos hastiales de los cruceros se introducen sendos rosetones, más pequeños que los originales, sobre los que se disponen unas galerías de arcos ciegos que no existieron antes. Los ábsides también fueron restaurados, sustituyendo numerosos sillares y molduras, cerrando las ventanas que habían sido abiertas a posteriori y abriendo las originales que había tapado el retablo de Juan de Juni. Las obras se terminaron en la década de 1930, aunque en 1947 se realizó una sacristía neogótica adosada al crucero sur para el servicio de la iglesia y, al año siguiente, se restauró la galería porticada románica, reforzando su cimentación y saneando su cubierta.
La iglesia desde el oeste, en la década de 1920. Se observan los trabajos de reconstrucción de la iglesia y cómo se han respetado de la demolición los ábsides (apareciendo el arco triunfal del ábside central apeado sobre una cercha de madera), la galería porticada y la torre. En ese momento, las nuevas naves neogóticas se estaban levantando, como puede así mismo verse. A la derecha aparece parte de la manzana de viviendas demolida en la década de 1980.
En 1952, la iglesia se abrió de nuevo al culto.
Posteriormente, a partir de 1961, se comenzaron a realizar planes para dotar al edificio de un entorno urbano que favoreciera a su contemplación. Tras varios intentos fallidos y polémicas, se derribó en la década de 1980 una manzana de casas ruinosas muy próxima a la parte oeste del edificio para aislarlo y mejorar su visión, convirtiendo el terreno que se dejó libre en un pequeño parque. Sin embargo, esta actuación hoy parece poco afortunada, pues se eliminó una manzana de origen medieval y que contaba con interesantes viviendas del siglo XVI, XVII y XVIII, además de que dejó la iglesia descontextualizada y aislada, aun así el monumento muestra un valor y una importancia arquitectónica muy significativos.
DescripciónLa torre, uno de los símbolos de Valladolid, se encuentra a los pies del edificio. Posee planta cuadrada y cuatro pisos separados por impostas ajedrezadas, rematándose en un chapitel piramidal, con teja cerámica al exterior, del que se desconoce su morfología original. En el cuerpo bajo de la torre se alberga una estancia cubierta con bóveda de cañón apuntado, que hoy es capilla bautismal; en los tres cuerpos más altos se abren una serie de ventanas agrupadas de forma que van generando una tensión ascensional que enfatiza la esbeltez de la torre, a lo que también contribuyen las impostas de ajedrezados, dispuestas rítmicamente a lo largo de los alzados. Las ventanas poseen arcos de medio punto moldurados, que muestran gran similitud con los de la galería porticada, sobre columnillas con capiteles de tema vegetal o geométrico, que se disponen en las jambas de los huecos. También es de advertir la valoración plástica y el énfasis dado a las esquinas de la torre a través de disponer en ellas de columnillas similares a las que se disponen en las jambas de los huecos. La torre tiene un fuerte cuño románico lombardo y esto puede explicarse por la procedencia catalana de la dinastía Armengol, descendiente del Conde Ansúrez y sucesora suya el señorío de Valladolid hasta su incorporación a la corona.
La galería porticada, que se halla en el costado norte del edificio, presenta catorce arcos de medio punto separados en tres tramos de cinco, cinco y cuatro arcos respectivamente, separados por poderosos contrafuertes de influencia cisterciense. Los arcos son sencillamente moldurados, con un guardapolvo de puntas de diamante, y se apean, como en el claustro del cercano monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, sobre columas de triple fuste cuyos capiteles prácticamente se han perdido. La cornisa que remata esta galería porticada se apea sobre sencillos canecillos lisos.
La iglesia presenta tres naves de dos tramos, crucero manifestado sólo en alzado y cabecera con tres ábsides poligonales.
Los ábsides muestran ventanas geminadas ojivales separadas verticalmente por potentes contrafuertes coronados por pináculos. Las ventanas muestran derrame interior y exterior con columnillas, teniendo un nivel de ventanas los ábsides laterales y dos el central. Los ábsides se rematan por fuera con una balaustrada calada y con gárgolas, de las cuales varias son originales y muestran influencias burgalesas. En el interior, los ábsides se cubren con bóvedas nervadas, cuyos nervios se apean sobre columnillas con capiteles de tema vegetal o con figuras de animales o personas; los plementos del ábside principal (el central) están calados con rosas.
Parte trasera de la Iglesia
El crucero, del siglo XX, muestra en sus hastiales dos rosetones con derrame sólo exterior con tracería a base de círculos quizá inspirada en el rosetón occidental de la Catedral de Burgos Se cubre con bóvedas de crucería sencilla apeada sobre pilares de núcleo cilíndrico con culumnillas adosadas o bien sobre sobrias ménsulas. Al exterior, todo se remata con una balaustrada calada. El crucero sur tiene adosada en su hastial la sacristía neogótica realizada en 1947, cuyo interior es completamente utilitario. Las naves laterales y la central, más alta que éstas, muestran una cubrición similar a base de bóvedas de crucería sencilla apeada sobre pilares de núcleo cilíndrico con culumnillas del tipo mencionado, separándose las tres naves mediante arcos ojivales moldurandos que descansan sobre los dichos pilares. La ilumninación se resuelve con sencillos huecos pareados a la nave central y con ventanas ojivales geminadas con derrame sólo exterior en las naves laterales. Al exterior, los esfuerzos de la bóveda de la nave central se resuelven con cuatro arbotantes y los de las bóvedas de las naves laterales, con contrafuertes coronados con pináculos.
La puerta de ingreso se halla en el muro sur de la nave lateral del lado de la Epístola. Es del siglo XX, aunque se inspira en la original; es ojival con abocinamiento, apeándose las sencillas arquivoltas sobre columnillas de simple capitel vegetal. Todas las ventanas muestran vidrieras realizadas en el siglo XX, siguiendo modelos antiguos.
Delante del edificio, se encuentra una cruz de piedra, barroca, que señala el centro del lugar que fue cementerio donde se enterraba a los pobres de la parroquia y los que fallecían en el próximo Hospital de Santa María de Esgueva.
La Plaza de Portugalete con la Antigua al fondo, en época navideña
Hoy en día el templo está despojado de muchas de las obras de arte mueble que contuvo, debido al estricto criterio de unidad de estilo de los restauradores, y muestra por dentro y por fuera su desnuda arquitectura románica y fundamentalmente gótica y neogótica. Sólo mencionaremos dos pequeños retablos situados a los pies de las naves laterales dedicados a San Roque (del siglo XVII) y a Nuestra Señora de los Ángeles (de principios del siglo XX) y el Cristo de la Preciosísima Sangre, que se halla en el ábside lateral de la Epístola, realizado en 1953 por Genaro Lázaro Gumiel, copiando un Cristo del siglo XVI.
La iglesia es sede de la Cofradía Penitencial de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
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