Nicolás era hijo de padres ricos muertos en una peste. Hacía uso de sus riquezas para mitigar desgracias ajenas. Dos ejemplos milagrosos: A un padre que pasaba por años malos y pensaba empujar a sus tres hijas a la prostitución para salir del bache le fue regalando bolsas de oro con las que iba casando, bien, a sus “vástagas”.
Cuando Nicolás fue elevado a la silla obispal de Mira, una mujer, a la que había brindado importantes beneficios y favores, salió tan contenta de casa para asistir al acto, que no se dio cuenta de que dejaba cerca del fuego de la cocina a un hijo pequeño, que murió abrasado. Cuando lo supo Nicolás, pidió que se lo llevaran y, tras rezar unas oraciones, le devolvió el niño sano y salvo a su madre.
Nicolás, que murió hacia el año 345, tiene en Valladolid mucho predicamento. Mucha mano, santa y benefactora a juzgar por las miles y miles de personas que acuden desde hace muchos años a la iglesia de San Nicolás pidiéndole algunos necesarios favores.
Los favores de San Nicolás se pueden obtener de una forma muy simple: caminando. Es decir, haciendo lo que se llaman las “caminatas a San Nicolás”.
Las “caminatas” consisten, como su nombre indica, en caminar desde el domicilio del devoto peticionario que solicita al santo algún favor de difícil consecución, hasta el templo del santo en la plaza de la Trinidad. Conviene, para la buena marcha del (negocio) milagro, que el desplazamiento se haga en riguroso silencio, para mayor mortificación y sacrificio, no pudiendo cruzar palabra con persona amiga. Han de ser tres lunes consecutivos con una oración común, y reiteración de la petición en los dos primeros lunes. Y ya en el tercero, se insiste por tres veces con esta frase: “Señor San Nicolás, vengo por mi petición” (una especie de “qué hay de lo mío”, en lenguaje paralitúrgico); se reza una alabanza, una oración y se vuelve uno/a caminando a casa (el silencio continuará siendo benefactor) en al seguridad de que la petición se cumplirá. San Nicolás de Bari no ha defraudado jamás a las vallisoletanas.
Cuando Nicolás fue elevado a la silla obispal de Mira, una mujer, a la que había brindado importantes beneficios y favores, salió tan contenta de casa para asistir al acto, que no se dio cuenta de que dejaba cerca del fuego de la cocina a un hijo pequeño, que murió abrasado. Cuando lo supo Nicolás, pidió que se lo llevaran y, tras rezar unas oraciones, le devolvió el niño sano y salvo a su madre.
Nicolás, que murió hacia el año 345, tiene en Valladolid mucho predicamento. Mucha mano, santa y benefactora a juzgar por las miles y miles de personas que acuden desde hace muchos años a la iglesia de San Nicolás pidiéndole algunos necesarios favores.
Los favores de San Nicolás se pueden obtener de una forma muy simple: caminando. Es decir, haciendo lo que se llaman las “caminatas a San Nicolás”.
Las “caminatas” consisten, como su nombre indica, en caminar desde el domicilio del devoto peticionario que solicita al santo algún favor de difícil consecución, hasta el templo del santo en la plaza de la Trinidad. Conviene, para la buena marcha del (negocio) milagro, que el desplazamiento se haga en riguroso silencio, para mayor mortificación y sacrificio, no pudiendo cruzar palabra con persona amiga. Han de ser tres lunes consecutivos con una oración común, y reiteración de la petición en los dos primeros lunes. Y ya en el tercero, se insiste por tres veces con esta frase: “Señor San Nicolás, vengo por mi petición” (una especie de “qué hay de lo mío”, en lenguaje paralitúrgico); se reza una alabanza, una oración y se vuelve uno/a caminando a casa (el silencio continuará siendo benefactor) en al seguridad de que la petición se cumplirá. San Nicolás de Bari no ha defraudado jamás a las vallisoletanas.
Yo bien sé que mi confianza
no ha de salir defraudada
y que veré despachada
mi ferviente petición; pues calmarás
la aflicción de esta alma atribulada
-Fuente: Aire de Siglos (Selección de Articulos) . José Delfín Val. ISBN:84-95389-82-7 y 84-96186-05-9
Comentarios
BELEN