Hubo desde 1950 una bodega en la calle San Martín nº 8, que antes había ocupado durante tres años un local en la vecina calle La Lira. Me refiero a "Bodegas Caballero", de Román Caballero, productor de Cigales que se vino a la capital aun a sabiendas de que iba a costarle abrirse camino en un marcado amplio pero ya muy saturado.
Repartía a domicilio y vendía a granel en el establecimiento que estaba a un costado de la iglesia de San Martín, esquina con la calle Los Moros. "Caballero" estaba registrado como bodega, pero la fuerza de la costumbre la convertía en taberna porque los parroquianos hacían allí tertulia y de paso se metían entre pecho y espalda unos cuantos campanillos de aquel clarete fresco y espumoso que Román eleboraba en su lagar de Cigales.
El local era amplio, con vivienda en la parte superior y una bodega en el sótano donde Román Cabellero llenaba sus garrafones para repartirlos valiéndose de una bicicleta en la que llegó a cargar hasta cuatro en un ejercicio de habilidad circense muy celebrado por los chicos del barrio. Después compró un remolque, más tarde un Issocarro y por último un 2CV, más adecuado para la demanda creciente de su vino.
El edificio en la actualidad |
Vendió mucho y trabajó más, así que un día cerró su bodega y alquiló el local que ha dado para dos bares, en uno venden huevos del fraile y en otro palomitas a una clientela renovada que ignora lo que antes hubo allí porque el vertiginoso paso del tiempo acaba devorando la memoria.
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