En la actualidad en Valladolid no es el único edificio con esfera en su cima, pero hace años a este bloque le llamaban la casa del reloj porque era el único que lo tenía y no es para menos, las manecillas de este emblemático reloj comenzaron a moverse en el año 1953. A las doce del mediodía sonaba el ángelus, la gente se paraba y rezaba. Pero hace mucho tiempo que el ángelus que un día hizo las delicias de los vallisoletanos con sus notas, puso fin a su musicalidad matinal por las molestias que causaba a los vecinos.
Parece que poco a poco las energías del reloj se fueron agotando, hasta hace unos años, nadie sabe concretar exactamente cuántos, el reloj se paró y se despidió del frenético ritmo de la ciudad. «Hace lustros que no funcionaba. Al edificio le faltaba vida.
Con mucho empeño y cariño en 2014 se reparó y se consiguió que volviese a funcionar y sus manecillas volviesen a retratar el tiempo. Se mordernizó reparándolo y actualizándolo para disfrute de todos y ahora, a partir de las 22:30 el reloj se ilumina con luces de ‘led’ para que no pase desapercibido a nadie. Un total de cuatro meses de esfuerzo y perfección para que este histórico reloj que un día marcó el ritmo de la ciudad volviese a contar el tiempo.
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