Aunque venido a menos, tiene este edificio rango de palacio real. Ha pertenecido a los condes de Benavente, ha sido escenario de Cortes y sirvió de residencia a la familia real al tiempo que se preparaba en 1601 el palacio que fuera de don Francisco de los Cobos. El 22 de septiembre de 1601 nació en este edificio la infanta Ana Mauricia, que casaría con Luis XIII de Francia; también vino al mundo el 1 de enero de 1603 la infanta Doña María, hija de Felipe III y Margarita de Austria.
El palacio siguió engrandeciéndose a lo largo del siglo XVII. De ello es testimonio el inventario que se hizo a la muerte del conde-duque de Benavente, don Juan Alfonso de Pimentel, en 1652. Este personaje había sido virrey de Nápoles y esta circunstancia determinó la llegada al palacio vallisoletano, donde falleció el conde-duque, de una serie importante de cuadros, entre los que había originales de Caravaggio y Ribera. El 20 de julio de 1716 se declaró un tremendo incendio en el edificio. Murieron cuatro personas y se perdieron obras de arte de valor incalculable. Este nuevo incendio asoló la segunda planta del edificio, las torres y otros elementos. Por esta razón, monumento de tan claro linaje, le contemplamos hoy desprovisto de sus galas artísticas.
Tenemos noticia de que se estaba edificando el palacio en 1518, por una queja elevada por el platero Francisco de Saldaña, de que se le construía con el carácter de casa fuerte, cosa que estaba prohibido, según fijaron los Reyes Católicos. Por un acuerdo del Regimiento, de 26 de enero de 1519 se embargó la obra, hasta tanto averiguar la certeza del aserto. Especialmente se reparaba en la solidez del torreón de la parte que miraba al río. Se nombró una comisión para dictaminar, la cual emitió informe favorable, para que prosiguiese la edificación. Solamente se limitó el grueso de los muros de torreón.
El edificio es de enormes proporciones. Dispone de amplios sótanos. Se ha usado piedra en los puntos fundamentales, como zócalos, esquinales, portadas, etc. En los demás se emplea ladrillo y tapias de tierra prensada, material como se sabe harto frecuente en Valladolid. El conjunto se organiza a base de dos patios, cosa propia de los grandes conjuntos palaciales, entre los que quedaba la escalera, y un jardín en la parte posterior. En tres esquinal del conjunto se elevan torreones; es de suponer que hubiera una cuarta esquina, pero no se reconstruiría tras el incendio.
La portad es de arco de medio punto, pero el intradós se ha reformado con dintel. Quea envuelta la puerta y la ventana que hay sobre ella por un alfiz, de fina labor plateresca. Dentro quedan los escudos, envueltos en láurea; lastimosamente han sido borradas las armas de la familia Benavente.
El patio principal ofrece columnas en sus cuatro crujías. El piso superior se perdió en el incendio. La cantería es de calidad, como puede observarse en el perfecto ensamblaje de la piedra. La ornamentación es parva y se limita a los capiteles. Son de orden corintio, pero de hojas de secos perfiles, pero están ya en la vieja tradición española. Resulta extraña esta severidad en monumento de tan claro abolengo. Las columnas sostienen arcos de medio punto. Se han descubierto dos grandes puertas de arco de medio punto, una de las cuales serviría como acceso a la escalera. Sería ésta claustral y habría de tener acceso desde el segundo patio. Este perdió en el incendio de 1668 sus primores y no volvió a ser reconstruido.
La parte posterior era un magno jardín, limitado por dos cuerpos del edificio. Por un lado la parte posterior del bloque antedicho ofrecía una galería vistosa, que servía de balcón-mirador. Todo esto se conserva. Pero además el edificio tiene una prolongación por la calle de San Quirce; al extremo había un torreón, derribado por ruinoso hace pocas décadas. Hacia el interior presenta este cuerpo una galería de dos cuerpos superpuestos de arcos y columnas, con capiteles similares a los ya reseñados. Para subida dispone esta galería de unas escaleras de caracol alojadas en los ángulos. La distribución del interior puede deducirse del inventario de 1653 y ya ha sido puntualmente analizada por nosotros.
Los Condes de Benavente vendieron el edificio a la Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio hasta finales de los años 70 del siglo XX y en la actualidad cumple las funciones de biblioteca pública.
El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy Las Moreras), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocido como “El Palacio de la Ribera”
El palacio siguió engrandeciéndose a lo largo del siglo XVII. De ello es testimonio el inventario que se hizo a la muerte del conde-duque de Benavente, don Juan Alfonso de Pimentel, en 1652. Este personaje había sido virrey de Nápoles y esta circunstancia determinó la llegada al palacio vallisoletano, donde falleció el conde-duque, de una serie importante de cuadros, entre los que había originales de Caravaggio y Ribera. El 20 de julio de 1716 se declaró un tremendo incendio en el edificio. Murieron cuatro personas y se perdieron obras de arte de valor incalculable. Este nuevo incendio asoló la segunda planta del edificio, las torres y otros elementos. Por esta razón, monumento de tan claro linaje, le contemplamos hoy desprovisto de sus galas artísticas.
Tenemos noticia de que se estaba edificando el palacio en 1518, por una queja elevada por el platero Francisco de Saldaña, de que se le construía con el carácter de casa fuerte, cosa que estaba prohibido, según fijaron los Reyes Católicos. Por un acuerdo del Regimiento, de 26 de enero de 1519 se embargó la obra, hasta tanto averiguar la certeza del aserto. Especialmente se reparaba en la solidez del torreón de la parte que miraba al río. Se nombró una comisión para dictaminar, la cual emitió informe favorable, para que prosiguiese la edificación. Solamente se limitó el grueso de los muros de torreón.
El edificio es de enormes proporciones. Dispone de amplios sótanos. Se ha usado piedra en los puntos fundamentales, como zócalos, esquinales, portadas, etc. En los demás se emplea ladrillo y tapias de tierra prensada, material como se sabe harto frecuente en Valladolid. El conjunto se organiza a base de dos patios, cosa propia de los grandes conjuntos palaciales, entre los que quedaba la escalera, y un jardín en la parte posterior. En tres esquinal del conjunto se elevan torreones; es de suponer que hubiera una cuarta esquina, pero no se reconstruiría tras el incendio.
La portad es de arco de medio punto, pero el intradós se ha reformado con dintel. Quea envuelta la puerta y la ventana que hay sobre ella por un alfiz, de fina labor plateresca. Dentro quedan los escudos, envueltos en láurea; lastimosamente han sido borradas las armas de la familia Benavente.
El patio principal ofrece columnas en sus cuatro crujías. El piso superior se perdió en el incendio. La cantería es de calidad, como puede observarse en el perfecto ensamblaje de la piedra. La ornamentación es parva y se limita a los capiteles. Son de orden corintio, pero de hojas de secos perfiles, pero están ya en la vieja tradición española. Resulta extraña esta severidad en monumento de tan claro abolengo. Las columnas sostienen arcos de medio punto. Se han descubierto dos grandes puertas de arco de medio punto, una de las cuales serviría como acceso a la escalera. Sería ésta claustral y habría de tener acceso desde el segundo patio. Este perdió en el incendio de 1668 sus primores y no volvió a ser reconstruido.
La parte posterior era un magno jardín, limitado por dos cuerpos del edificio. Por un lado la parte posterior del bloque antedicho ofrecía una galería vistosa, que servía de balcón-mirador. Todo esto se conserva. Pero además el edificio tiene una prolongación por la calle de San Quirce; al extremo había un torreón, derribado por ruinoso hace pocas décadas. Hacia el interior presenta este cuerpo una galería de dos cuerpos superpuestos de arcos y columnas, con capiteles similares a los ya reseñados. Para subida dispone esta galería de unas escaleras de caracol alojadas en los ángulos. La distribución del interior puede deducirse del inventario de 1653 y ya ha sido puntualmente analizada por nosotros.
Así luciría en la actualidad el torreón si se hubiese conservado. Fotomontaje de Juan Carlos Urueña Paredes del libro Rincones con Fantasma
Los Condes de Benavente vendieron el edificio a la Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio hasta finales de los años 70 del siglo XX y en la actualidad cumple las funciones de biblioteca pública.
Incendio sufrido por el edificio el 08 de julio de 1978.
Fotografía obtenida por María Josefa Jimenez García
Fotografía obtenida por María Josefa Jimenez García
El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy Las Moreras), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocido como “El Palacio de la Ribera”
Actual Biblioteca Pública de Valladolid ubicada en el interior del edificio
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-Fuente: Monumentos Civiles de la ciudad de Valladolid (J.J. Martín González). ISBN: 84-500-8462-8
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