El profanador de Valladolid


Las investigaciones se iniciaron en 2002 a raíz del hallazgo, el día 20 de febrero de ese año, de distintos restos óseos en una capilla abandonada del barrio vallisoletano de La Overuela, en el antiguo poblado de Tafisa, que, como se pudo comprobar más tarde, pertenecían a una anciana cuyo cadáver fue profanado dos semanas antes en el cementerio del Carmen.
Los primeros trabajos de identificación se llevaron a cabo por parte de agentes de la Brigada Provincial de Policía Científica y de la Policía Municipal, quienes en enero de 2004 identificaron a Ruben H.E, el cual se llevaba adornos en forma de ángeles del cementerio de El Carmen de Valladolid. La Policía encontró en su domicilio ubicado en la calle Gavilla de Valladolid abundante material relacionado con las profanaciones de tumbas ocurridas en dicho cementerio. 'Buque', que es el mote por el que es conocido el autor de los hechos buscaba el cadáver de su abuela entre las sepulturas de el Cementerio de El Carmen y tenía antecedentes por delitos menores y perteneció a grupos radicales de extrema izquierda.











Material intervenido por la Policía en casa de Rubén H.E., en 2004.
Fotos: El día de Valladolid

La profanación de las cinco tumbas del cementerio de El Carmen de Valladolid se produjo a lo largo del mes de enero de 2004 y, posteriormente, se esparcieron parte de los restos por diferentes zonas de la ciudad, desde el río Pisuerga hasta las proximidades del camposanto, acompañados de objetos simbólicos. Aunque la intención de la Brigada de Policía Científica fue entonces la de remitir parte de unos y otros restos al Instituto Nacional de Toxicología para practicar la prueba de ADN y confirmar así si pertenecían al mismo cadáver, el de una mujer muerta hace diez años, finalmente no fue necesario practicar dicha prueba.


Bastó con la reconstrucción del esqueleto realizada en el mismo cementerio para que el juez encargado del caso dictaminara que las piezas que los profanadores dejaron en el ataud encajaban perfectamente con el cráneo, fémures, tibias y vértebras encontradas semanas después a un kilómetro de distancia, en una capilla abandonada ubicada junto a la avenida de Burgos. Los restos óseos fueron nuevamente inhumados en el cementerio de El Carmen.
Posteriormente, y en una calle próxima a la avenida de Palencia de la capital, apareció un cráneo que escondía en su interior la ficha auxiliar de un DNI y que fue abandonado junto a un triángulo de madera pintado de azul en el que figuraba la imagen de un ojo y de un símbolo similar al matemático que representa el infinito. Los restos de la calavera fueron trasladados hasta el Instituto Anatómico Forense de Valladolid con el fin proceder a su estudio. Por último, el día 18 del mismo mes se tuvo conocimiento de la profanación de otros nichos más en el recinto del mismo cementerio, después de que el torso de uno de los cadáveres fuera encontrado colgado de un árbol al otro lado de la tapia del camposanto y que otro cráneo apareciese sumergido en las aguas del río Pisuerga.


Rubén H.E. fue arrestado en febrero de 2004, entonces, por su declaración y el material hallado en su casa, se supo que se creía el dios egipcio Anubis y que pretendía resucitar a su abuela con diversos ritos para los que se surtió de restos humanos de nueve nichos.
Fue enjuiciado en noviembre de ese mismo año por el Juzgado de lo Penal 2. Debido a su enfermedad mental, se le consideró inimputable y fue absuelto penalmente, aunque la juez le impuso la obligación de recibir tratamiento durante cuatro años que, al parecer, completó satisfactoriamente con la única salvedad de que faltó a sus citas con el psiquiatra en los primeros meses, según confirmaron fuentes jurídicas. Una vez que cumplido el tratamiento, Rubén volvió a desestabilizarse y retomó las visitas nocturnas a los cementerios.



En abril de 2010 fue nuevamente detenido como presunto autor de los destrozos causados en una treintena de tumbas y nichos nuevamente en los cementerios de El Carmen y las Contiendas y por pasar pernoctando varias noches consecutivas en dichos cementerios. Fue ingresado en el Módulo Penitenciario del Hospital Clínico, por orden del juez instructor del caso. En la actualidad Rubén, está siguiendo un tratamiento en la Unidad de Rehabilitación del Psiquiátrico Doctor Villacián, una unidad abierta, pero en la que él duerme y come a diario, si bien puede entrar y salir a su antojo, según fuentes judiciales. Su evolución ha sido buena, y en la actualidad se encuentra "bastante bien".

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ahora vive en una casa tutelada