Alimentación Heras.




Otro clásico del comercio de ultramarinos fué  Juan Benito Heras.
El Fundador de la dinastía, originario de Fuentes de Béjar, se estableció en 1917 en la calle Pasión con enorme éxito porque era zona muy transitada y enfrente había un hotel y parada de coches de caballo.

Con ese comercio cercano a la Plaza Mayor se quedó después uno de los hijos, Silvestre, que lo tituló "La Salmantina" en honor a sus orígenes, remozando la fachada para convertirla en un pequeña obra de arte por su cuidada marquetería. La tienda de Silvestre Heras era una botillería excepcional que además vendía todo tipo de productos de alimentación.

El otro hermano, Juan Benito como su padre, decidió establecerse en la calle Panaderos, cuando se llamaba Pí y Margall en memoria del presidente del Poder Ejecutivo de Ia República.
Fue en 1934 cuando esta tienda que hasta su cierre permaneció con idéntica estructura y decoración desde entonces, comenzó su andadura con el enunciado de "Ultramarinos Heras. Gran Economato", seguramente para contrarrestar la competencia del economato de la RENFE, en el que compraban todas las familias ferroviarias del barrio. Desde el primer momento sus señas de identidad fueron el bacalao de importación, de Escocia, islandia, Noruega y sobre todo, de las Islas Feroe que pasa por ser el de mayor calidad del mundo.

Javier Heras fue quien regentó el establecimiento hasta su cierre.

También ofrecía legumbres selectas de la región, embutidos de Salamanca, conservas en aceite, vinos y licores a muy buen precio y además fiado, porque los tiempos eran muy duros.
También lo fueron sus comienzos ya que en el 36 hubo dos riadas de la Esgueva, una en Enero y otra en Febrero, que anegaron las casa y comercios situados en el antiguo cauce del río.

Y después, la guerra. En la difícil época del racionamiento fue descubriendo los secretos del negocio su hijo, también Juan Benito de nombre, que lo ha llevado a buen puerto hasta nuestros días en los que pasa por ser la mejor tienda especializada en bacalao de toda la ciudad.
En ese viejo y entrañable local que hacía esquina con la plaza del Caño Argales parecía que el tiempo se hubiera detenido...

Dibujo de Miguel Angel Soria

En 2015 la tienda echó el cierre después de 81 años. En la memoria colectiva de los vallisoletanos permanecerá, como mínimo, la singular estampa del interior de un comercio de otros tiempos que recibía a sus clientes con un mostrador principal repleto de salazones de bacalao, sus baldas atestadas de productos vinos, embutidos... y sacos llenos de legumbres.

Juan Benito Heras y su hijo Javier (Foto: 20 minutos.es)



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