Es después del monasterio de Las Huelgas el más antiguo de Valladolid. Incluso Manuel Canesi llega a considerarle “el primer convento de religiosas”, manifestando que su introducción en Valladolid fue por los años de 1256. El primer emplazamiento fue en la margen derecha del río Pisuerga, donde posteriormente se estableció el Hospital de San Lázaro. Antolinez de Burgos piensa que durante las guerras entre Pedro el Cruel y su hermano don Enrique y debido a los peligros de la misma, decidieron instalarse dentro de la población, haciéndolo como siempre en casas de un noble generoso, que en este caso era de la familia de los Ulloa. También el obispo de Palencia, Fray Alonso de Burgos, aportó dinero en 1499 para la edificación del monasterio, ya en el interior de la villa.
El convento adoptó la regla cisterciense de San Bernardo y estuvo durante mucho tiempo dependiendo del monasterio de San Benito el Real, hasta el año de 1632 en que lograron por breve dictado del Papa Urbano VIII que les desligara de esta obediencia.
Tuvo protección real. Visitó la cogulla monacal una infanta de Castilla llamada doña María (así lo refiere Canesi). Concedieron mercedes, Enrique I, Enrique II, Carlos V, Felipe II y Felipe III, pero muy especialmente la esposa de éste, doña Margarita. El libro Becerro da curiosas noticias. Se hizo un pasadizo que iba desde el Palacio Real, con tribuna hasta la iglesia. Doña Margarita gustaba de acudir al monasterio, entablando amena conversación con las monjas. Los regios esposos utilizaban la tribuna para los oficios de la iglesia. Fue monja profesa en el convento doña María de Colón, duquesa de Veragua.
En 1636 asoló la ciudad de Valladolid el desbordamiento del río Pisuerga. Llegó hasta los conventos de Santa Teresa y de San Quirce. Este experimentó serios daños, aunque la iglesia y coro pudieron resistir debido a su sólida construcción. En 1743 se hizo el nuevo coro, ya que el anterior estaba en muy mal estado. “Le reedificaron de nuevo, con mucho más lucimiento que el que antes tenía; y concluida la obra dispusieron tener tres días de fiesta”, dice Canesi. De la inauguración da cuenta Ventura Pérez: “Año de 1744, día 20 de agosto, se estrenó el coro nuevamente reparado del monasterio de San Quirce de esta ciudad; estuvo la iglesia ricamente adornada…predicó un colegial de Santa Cruz y al día siguiente hicieron la fiesta de San Quirce…y se hicieron dos retablos nuevos en el coro; asistió la música de la Santa Iglesia”.
El edificio
En 1620 el arquitecto Francisco de Praves, “maestro de obras de Su Majestad”, hacía las condiciones y aceptaba realizar las obras del convento. El proyecto se refería a realizar “el cuerpo de la iglesia mayor, sacristía, capítulo, escalera, claustro y sobreclaustro”, conforme a la traza del propio Praves. Según definitivo concierto de 28 de febrero de 1621, Francisco de Praves se comprometía a edificar dicho monasterio y el “pasadizo de Su Majestad”. También se incluía la construcción de una capilla perteneciente a doña María de Colón, monja profesa en el convento.
Se trata de una iglesia de cruz latina, pero con crucero muy poco marcado en planta. La nave mayor lleva bóveda de cañón con fajones. Presenta adornos de yesería, de labores geométricas planas. En la nave se prescinde de huecos termales; hay simplemente ventanas. En el crucero se dispone media naranja, sobre pechinas. En esta cúpula se abren ocho ventanas, conforme al esquema habitual de Francisco de Praves.
Según se especifica en el contrato se ha empleado ladrillo y tapial. Pero éste se recubre de una capa más resistente, en la que ha permanecido la huella del encofrado. Todo el interior está rigurosamente blanqueado, conforme al sistema habitual. Esta labor se haría mediante yeso fino de Corcos.
Carece de fachada monumental. Hay tan sólo portada, a la Plaza de la Trinidad. Entre dos contrafuertes se dispone una gran puerta adintelada, de piedra (fig. 674,675). Sobre ella viene una portadita rematada con frontón y adorno de bolas. En el interior hay un relieve de la Asunción-coronación de la Virgen y de la Anunciación. A los lados hay escudos del convento. Es obra discreta, del tercer decenio del siglo XVII.
El coro es una obra espléndida. Se inauguraba en 1744. Es de jugosa ornamentación barroca. Ciñe a la nave un entablamento, con cartelas muy recortadas. La bóveda es de cañón, con lunetos. Se decora con divisiones mixtilíneas. En los extremos del coro y en el centro de la bóveda se encajan lienzos de pintura. Este coro es de las obras más lujosas del barroco vallisoletano. A los pies del coro, espadaña típicamente conventual, de dos cuerpos.
En los años 70 se hizo una reforma, abatiéndose una buena parte de las edificaciones interiores. Del claustro de Praves sólo ha subsistido un lienzo. Es de tres pisos (bajo y dos), de ladrillo descubierto. Consta de pilares y arcos de medio punto.
Aquí tiene su sede desde 1993 la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo, fundada en 1531.
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El convento adoptó la regla cisterciense de San Bernardo y estuvo durante mucho tiempo dependiendo del monasterio de San Benito el Real, hasta el año de 1632 en que lograron por breve dictado del Papa Urbano VIII que les desligara de esta obediencia.
Tuvo protección real. Visitó la cogulla monacal una infanta de Castilla llamada doña María (así lo refiere Canesi). Concedieron mercedes, Enrique I, Enrique II, Carlos V, Felipe II y Felipe III, pero muy especialmente la esposa de éste, doña Margarita. El libro Becerro da curiosas noticias. Se hizo un pasadizo que iba desde el Palacio Real, con tribuna hasta la iglesia. Doña Margarita gustaba de acudir al monasterio, entablando amena conversación con las monjas. Los regios esposos utilizaban la tribuna para los oficios de la iglesia. Fue monja profesa en el convento doña María de Colón, duquesa de Veragua.
En 1636 asoló la ciudad de Valladolid el desbordamiento del río Pisuerga. Llegó hasta los conventos de Santa Teresa y de San Quirce. Este experimentó serios daños, aunque la iglesia y coro pudieron resistir debido a su sólida construcción. En 1743 se hizo el nuevo coro, ya que el anterior estaba en muy mal estado. “Le reedificaron de nuevo, con mucho más lucimiento que el que antes tenía; y concluida la obra dispusieron tener tres días de fiesta”, dice Canesi. De la inauguración da cuenta Ventura Pérez: “Año de 1744, día 20 de agosto, se estrenó el coro nuevamente reparado del monasterio de San Quirce de esta ciudad; estuvo la iglesia ricamente adornada…predicó un colegial de Santa Cruz y al día siguiente hicieron la fiesta de San Quirce…y se hicieron dos retablos nuevos en el coro; asistió la música de la Santa Iglesia”.
El edificio
En 1620 el arquitecto Francisco de Praves, “maestro de obras de Su Majestad”, hacía las condiciones y aceptaba realizar las obras del convento. El proyecto se refería a realizar “el cuerpo de la iglesia mayor, sacristía, capítulo, escalera, claustro y sobreclaustro”, conforme a la traza del propio Praves. Según definitivo concierto de 28 de febrero de 1621, Francisco de Praves se comprometía a edificar dicho monasterio y el “pasadizo de Su Majestad”. También se incluía la construcción de una capilla perteneciente a doña María de Colón, monja profesa en el convento.
Se trata de una iglesia de cruz latina, pero con crucero muy poco marcado en planta. La nave mayor lleva bóveda de cañón con fajones. Presenta adornos de yesería, de labores geométricas planas. En la nave se prescinde de huecos termales; hay simplemente ventanas. En el crucero se dispone media naranja, sobre pechinas. En esta cúpula se abren ocho ventanas, conforme al esquema habitual de Francisco de Praves.
Según se especifica en el contrato se ha empleado ladrillo y tapial. Pero éste se recubre de una capa más resistente, en la que ha permanecido la huella del encofrado. Todo el interior está rigurosamente blanqueado, conforme al sistema habitual. Esta labor se haría mediante yeso fino de Corcos.
Carece de fachada monumental. Hay tan sólo portada, a la Plaza de la Trinidad. Entre dos contrafuertes se dispone una gran puerta adintelada, de piedra (fig. 674,675). Sobre ella viene una portadita rematada con frontón y adorno de bolas. En el interior hay un relieve de la Asunción-coronación de la Virgen y de la Anunciación. A los lados hay escudos del convento. Es obra discreta, del tercer decenio del siglo XVII.
El coro es una obra espléndida. Se inauguraba en 1744. Es de jugosa ornamentación barroca. Ciñe a la nave un entablamento, con cartelas muy recortadas. La bóveda es de cañón, con lunetos. Se decora con divisiones mixtilíneas. En los extremos del coro y en el centro de la bóveda se encajan lienzos de pintura. Este coro es de las obras más lujosas del barroco vallisoletano. A los pies del coro, espadaña típicamente conventual, de dos cuerpos.
En los años 70 se hizo una reforma, abatiéndose una buena parte de las edificaciones interiores. Del claustro de Praves sólo ha subsistido un lienzo. Es de tres pisos (bajo y dos), de ladrillo descubierto. Consta de pilares y arcos de medio punto.
Aquí tiene su sede desde 1993 la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo, fundada en 1531.
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-Fuente: Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Parte segunda. (Juan José Martín González – Fco. Javier de la Plaza Santiago). ISBN: 84-505-5518-3
Comentarios
La Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo es la segunda más antigua de las diecinueve existentes en Valladolid en la actualidad.