(Valladolid 1858- Madrid 1942). Pocas personas tuvieron, al comienzo del siglo pasado, una visión tan cabal como Benigno de la Vega de lo que debía ser el turismo como motor de la cultura y de la economía. Ambos, desde luego –cultura y economía–, con un claro orden de valores establecido bajo los criterios del bien común y del orgullo por lo propio.
El vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán, Marqués de la Vega- Inclán, primer Comisario Regio de Turismo de España, dedicó gran parte de sus esfuerzos en recuperar y difundir el patrimonio histórico y artístico español. Fue una de esas escasas excepciones que supieron trabajar anticipándose a las tendencias o a las modas y tratando de evitar los errores de la precipitación o de la inercia.
Su prioridad fue siempre la conservación del patrimonio, no como un ejercicio nostálgico, sino como motor de una economía de futuro y como factor positivo para la propia estimación. La previsión de que esa actitud sería considerada como un ejemplo y que traería como consecuencia natural el aumento del número de personas interesadas en conocer y visitar ese patrimonio, daría origen al segundo valor en su orden de preferencias: la actuación sobre monumentos, entornos y paisajes con un enorme conocimiento, respeto y sentido común.
De las consecuencias que su actitud generó al frente de la Comisaría Regia se beneficiaron personas, instituciones, edificios históricos y conjuntos monumentales. De su experiencia, sabiduría, intuición y buen gusto podrían hablar la Alhambra, el parador de Gredos, la casa del Greco, el Museo Romántico o la casa de Cervantes en Valladolid.
Un ejemplo irrepetible pero digno de imitar, pues se establecía sobre una jerarquía de valores en la que el patrimonio o la historia de una nación (es decir, el bien común) prevalecían sobre intereses económicos circunstanciales, escudados en la teoría –absolutamente errónea, según fue demostrando la evolución del siglo xx– del “progreso a toda costa”.
El vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán, Marqués de la Vega- Inclán, primer Comisario Regio de Turismo de España, dedicó gran parte de sus esfuerzos en recuperar y difundir el patrimonio histórico y artístico español. Fue una de esas escasas excepciones que supieron trabajar anticipándose a las tendencias o a las modas y tratando de evitar los errores de la precipitación o de la inercia.
Asociación del fomento del turismo. Reproducción de una ejecutoria de la Chancillería. Por el pintor vallisoletano San Juan
Su prioridad fue siempre la conservación del patrimonio, no como un ejercicio nostálgico, sino como motor de una economía de futuro y como factor positivo para la propia estimación. La previsión de que esa actitud sería considerada como un ejemplo y que traería como consecuencia natural el aumento del número de personas interesadas en conocer y visitar ese patrimonio, daría origen al segundo valor en su orden de preferencias: la actuación sobre monumentos, entornos y paisajes con un enorme conocimiento, respeto y sentido común.
Folleto turístico-estadístico mostrando los dos recursos
de la provincia, los monumentos y la agricultura
de la provincia, los monumentos y la agricultura
De las consecuencias que su actitud generó al frente de la Comisaría Regia se beneficiaron personas, instituciones, edificios históricos y conjuntos monumentales. De su experiencia, sabiduría, intuición y buen gusto podrían hablar la Alhambra, el parador de Gredos, la casa del Greco, el Museo Romántico o la casa de Cervantes en Valladolid.
Un ejemplo irrepetible pero digno de imitar, pues se establecía sobre una jerarquía de valores en la que el patrimonio o la historia de una nación (es decir, el bien común) prevalecían sobre intereses económicos circunstanciales, escudados en la teoría –absolutamente errónea, según fue demostrando la evolución del siglo xx– del “progreso a toda costa”.
-Fuente: Diseño gráfico en el comercio de Valladolid. ISBN: 978-84-613-5191-6
D.L.: VA-934-2009.Fundación Joaquín Diaz
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