En la Plaza Mayor se han desarrollado toda clase de alegrías populares, torneos, justas, acontecimientos políticos, sociales, bodas reales, nacimientos de príncipes, honor de reyes, sucesos religiosos y muy especialmente, todo lo que al toreo se refiere en sus múltiples manifestaciones, desde lo más trivial, las capeas primeras, hasta las fastuosas corridas reales de toros con toda su suntuosidad. En todo caso, había que preparar la plaza para adaptarla a la corrida que se celebrase.
El modelo como se preparaban las corridas de toros en la Plaza Mayor era de dos maneras: cerrando entre poste y poste de las casas, pues tenían soportales, con maderas gruesas que impidieran el escape de los toros por entre ellas y no fueran de fácil rotura si remataba el ganado en las tablas. La obra de cerrar la plaza había de hacerse por cuenta y cargo de los dueños o vecinos de las casas y hasta con sanciones para ellos si daba la mala suerte de que un toro se escapase del enjaulado.
El otro modo de cerrar la plaza, era el sencillo y movible de atajar los espacios que conviniere con los carros que obligaban a traer de aldeas o pueblos próximos de la jurisdicción del concejo, multando y apresando a los alcaldes de ellos que incumplieren la obligación.
No hubo tablados hasta que se estrenó en los toros de Santiago del año 1500 el “cadalso” para los señores que constituían el Regimiento (el Ayuntamiento). (Se llamaba cadalso a la especie de tribuna o rellanado de madera, más o menos cercano al borde de la barrera para presenciar el espectáculo.
Posteriormente se hicieron barreras por cuenta del Regimiento “desde el pasadizo de San Francisco la una, y por de la calle de Santiago, la otra. Más tarde se hicieron tablados en regla y hasta toriles en forma, que venían a caer por la calle de Jesús, de hoy. Posteriormente los tablados rodeaban la plaza y llegaban las gradas hasta muy cerca de los pisos principales de las casas.
Sobre todo en las grandes solemnidades, se alquilaban las ventanas y balcones a precios que solían ser de acuerdo con la categoría del espectáculo, pregonándose por adelantado el importe de los mismos y castigándose, a veces fuertemente, el incumplimiento de la orden. También se prohibía que no se dejase subir a los tejados para ver las fiestas, so pena de cárcel o multa.
Tras el incendio que sufrió la ciudad en 1561, hubieron de trasladarse las corridas temporalmente, a la plaza que se levantaba cerca de la Puerta del Campo, que era la entrada al mismo por la calle de Santiago. Allí se acotaba el terreno necesario cerca de dicha Puerta. Para llegar a ella los toros, debían recorrer el trayecto desde el lugar donde estaban encerrados, cercano al Hospital del la Resurrección, quizás en el propio matadero de la calle del Rastro, pasando por la Puerta del Campo y calle de Santiago hasta llegar a la plaza. Lo despejado del lugar hacía necesario acotar el terreno para evitar desgracias en caso de desmandarse los toros. A tal efecto se construía, con maderas una especie de callejón para el tránsito de las reses.
Desde finales del siglo XVIII, las corridas de toros no se daban ya en la Plaza Mayor, por los obstáculos e inconvenientes que ocasionaban a la población, siendo uno de los principales el inutilizar la parte más frecuentada comercialmente, por los tablados que se formaban apoyados en las partes bajas de las casas, cerrar bocacalles, toriles, etc.
El modelo como se preparaban las corridas de toros en la Plaza Mayor era de dos maneras: cerrando entre poste y poste de las casas, pues tenían soportales, con maderas gruesas que impidieran el escape de los toros por entre ellas y no fueran de fácil rotura si remataba el ganado en las tablas. La obra de cerrar la plaza había de hacerse por cuenta y cargo de los dueños o vecinos de las casas y hasta con sanciones para ellos si daba la mala suerte de que un toro se escapase del enjaulado.
El otro modo de cerrar la plaza, era el sencillo y movible de atajar los espacios que conviniere con los carros que obligaban a traer de aldeas o pueblos próximos de la jurisdicción del concejo, multando y apresando a los alcaldes de ellos que incumplieren la obligación.
No hubo tablados hasta que se estrenó en los toros de Santiago del año 1500 el “cadalso” para los señores que constituían el Regimiento (el Ayuntamiento). (Se llamaba cadalso a la especie de tribuna o rellanado de madera, más o menos cercano al borde de la barrera para presenciar el espectáculo.
Posteriormente se hicieron barreras por cuenta del Regimiento “desde el pasadizo de San Francisco la una, y por de la calle de Santiago, la otra. Más tarde se hicieron tablados en regla y hasta toriles en forma, que venían a caer por la calle de Jesús, de hoy. Posteriormente los tablados rodeaban la plaza y llegaban las gradas hasta muy cerca de los pisos principales de las casas.
Sobre todo en las grandes solemnidades, se alquilaban las ventanas y balcones a precios que solían ser de acuerdo con la categoría del espectáculo, pregonándose por adelantado el importe de los mismos y castigándose, a veces fuertemente, el incumplimiento de la orden. También se prohibía que no se dejase subir a los tejados para ver las fiestas, so pena de cárcel o multa.
Tras el incendio que sufrió la ciudad en 1561, hubieron de trasladarse las corridas temporalmente, a la plaza que se levantaba cerca de la Puerta del Campo, que era la entrada al mismo por la calle de Santiago. Allí se acotaba el terreno necesario cerca de dicha Puerta. Para llegar a ella los toros, debían recorrer el trayecto desde el lugar donde estaban encerrados, cercano al Hospital del la Resurrección, quizás en el propio matadero de la calle del Rastro, pasando por la Puerta del Campo y calle de Santiago hasta llegar a la plaza. Lo despejado del lugar hacía necesario acotar el terreno para evitar desgracias en caso de desmandarse los toros. A tal efecto se construía, con maderas una especie de callejón para el tránsito de las reses.
Desde finales del siglo XVIII, las corridas de toros no se daban ya en la Plaza Mayor, por los obstáculos e inconvenientes que ocasionaban a la población, siendo uno de los principales el inutilizar la parte más frecuentada comercialmente, por los tablados que se formaban apoyados en las partes bajas de las casas, cerrar bocacalles, toriles, etc.
Fuente: Valladolid en la historia taurina (Emilio Casares Herrero). ISBN: 84-7852-109-7
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