Por Angel Gallego Rubio (http://www.lavozderioseco.com/) La leyenda relata que los cofrades riosecanos del siglo XVI rechazaron la imagen que había tallado Juan de Juni por encontrar su pie desproporcionado.
Es archiconocida la tradición que, boca a boca, se ha transmitido de generación en generación sobre el destino original de la Imagen de Ntra. Sra. de las Angustias que venera su homónima cofradía vallisoletana en la Iglesia Penitencial de la calle a la que da nombre.
Dicha tradición afirmaba que la talla de Juan de Juni había sido rechazada por quienes se la habían encargado mientras el genial imaginero trabajaba en el taller que tenía establecido aproximadamente en la Plaza del Matadero (hoy llamada de la Solidaridad) de Medina de Rioseco: la antigua cofradía de la Vera Cruz de Rioseco. El motivo argumentado para la devolución era que aquellos cofrades riosecanos entendían que el pie que sobresale por debajo del manto de la Virgen era defectuoso por excesivamente grande, por ello recibió el apodo de Zapatuda o Zapatona. Continuaba relatando la leyenda cómo, al darse cuenta del monumental error cometido, desde Rioseco intentaron pleitear para que les fuera devuelta cuando ya había sido entregada a la Cofradía vallisoletana, de la que Juni era miembro. Este, para evitar conflictos, habría tallado una copia que es la que bajo la advocación de La Dolorosa cierra la procesión del Mandato en la noche del Jueves Santo riosecano.
A finales del siglo XIX La Voz Católica de Valladolid, periódico religioso que se publicó en la capital de nuestra provincia, y la Cronica de Campos, que se editaba en Rioseco, recogieron la leyenda en sendos artículos popularizándola sobremanera. Por esa misma época Juan Ortega y Rubio cambiaba el primitivo destino, que fijaba en Tudela de Duero en vez de Rioseco y, años antes, Matías Sangrador otorgaba a la parroquia de Boecillo el dudoso “honor” de haber rechazado la talla.
Ya bien entrado el siglo XX, el historiador Juan Agapito y Revilla hizo frente a la leyenda tradicional con un artículo publicado en la revista de la Semana Santa de Medina de Rioseco del año 1926. En él, titulado La Dolorosa de Rioseco, modelo de la Virgen de los Cuchillos de Valladolid, afirmaba que el testamento otorgado por el escultor francés en Salamanca en 1540, hablaba ya de una Quinta Angustia tallada en Rioseco y pagada por el obispo de Mondoñedo, fray Antonio de Guevara, franciscano que la habría cedido a la cofradía de la Vera Cruz que radicaba en el riosecano convento de San Francisco.
Iglesia de las Angustias de Valladolid
Con esta base Agapito y Revilla consideraba que la Dolorosa podía haber servido como el boceto al que volvió los ojos Juni cuando, cerca de 30 años mas tarde (la Virgen de las Angustias se documenta en torno a 1570), quiso realizar para su Cofradía la que está considerada su obra maestra. “En la Dolorosa de Rioseco, la mujer madre que llora y gime, en la Virgen de los Cuchillos de Valladolid, la madre que retuerce su dolor e imponente clama a los cielos”.
Los estudios posteriores, con las dificultades que para el análisis de la talla causó una poco afortunada restauración, alejan la autoría de Juni de la imagen riosecana. Así Esteban García Chico llegó a atribuirla a Alonso de Rozas y más tarde, ya en la segunda mitad del siglo XX, Juan José Martín González relacionó su autoría con Tomás de Sierra, atribución que fue considerada en Rioseco como insultante pidiendo incluso al catedrático de Historia del Arte “que se retractase de las ofensas inferidas”. Modernamente la talla de la Dolorosa parece ser que se acepta por los expertos como “una relectura barroca y sensible del original juniano”.
No es esta la única leyenda. Otra tradición narra cómo Juan de Juni encontró el motivo de inspiración para esculpir la Virgen –que hasta entonces se representaba como la Piedad con Cristo en el regazo- al contemplar la agonía de su propia hija María, fallecida en 1572. Fue capaz el imaginero de plasmar en la madera el supremo gesto de dolor del rostro y el retorcimiento del cuerpo de la moribunda para crear la sublime Soledad derribada y rota de pena al pie de la Cruz en la que Su Hijo había sufrido el martirio.
Independientemente de la antigüedad, las atribuciones de su autoría o las leyendas de sus orígenes, lo verdaderamente importante es la devoción que tanto La Dolorosa riosecana como la Virgen de las Angustias de Valladolid despiertan entre sus fieles. Y cómo estos, da igual que sea en el riosecano corro de Santiago o en la antigua plazuela del Almirante vallisoletana, al entonar idéntica Salve a una u otra imagen piden a una misma Madre y Señora que, cuando concluya nuestro destierro en este valle de lágrimas, vuelva a nosotros Sus Ojos Misericordiosos.
Comentarios
A ver si tenemos también suerte con los de 20Blogs :)
Un abrazote!
Manu UC.