Además de la Fuente de la Fama, erigida por la ciudad en su memoria, al alcalde Miguel Íscar se le recuerda en el parque que él mismo creó a través de un busto, hoy medio oculto entre los paseos.
En 1884 se trató por primera vez de colocar en el Campo Grande un busto de Iscar. Aquel año, el escultor José González Jiménez, profesor de la Academia de la Concepción de Valladolid, modeló “en yeso, en tamaño mayor del natural” un busto de Miguel Íscar en el que, según El Norte de Castilla, había conseguido un exacto parecido. El escultor pensaba ofrecerlo al Ayuntamiento “para que se colocase en los jardines del Campo Grande”. El Ayuntamiento aceptó, agradeciendo la oferta, y acordó que la comisión de gobierno propusiera el destino que había de darse al busto. Nada más sabemos del asunto.
El mismo planteamiento se repite en 1906, siendo esta vez el escultor, Aurelio R. Carretero. El busto se ofrece como el primero de una serie dedicada a perpetuar la memoria de ilustres vallisoletanos, destinada también en este caso, a embellecer los jardines de nuestro primer parque. Fue el Ayuntamiento quien decidió que la primera efigie fuera la de Miguel Íscar. El ofrecimiento, gratuito; de Carretero tenía un fin puramente publicitario de su propia obra. La recepción provisional del busto se hizo en octubre de 1907.
Estuvo colocado, en principio, en medio de una plazoleta cercana a la pajarera de la Rosaleda, teniendo al fondo la fuente de La Fama, y en 1932 fue trasladado a su nuevo emplazamiento, en lo alto de un macizo decorativo.
El busto, en bronce, que reproduce la efigie del alcalde vallisoletano, con semblante serio y grandes patillas, se dispone sobre una pirámide truncada de piedra.
-Fuente: Desarrollo urbano y proceso histórico del Campo Grande de Valladolid. María Antonia Fernández Del Hoyo. ISBN: 84-500-4970-9
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