Las labores de adecentamiento que se llevaron a cabo en 2008 con motivo del primer centenario de la construcción de edificio del Ayuntamiento de Valladolid sacaron a la luz los disparos que un grupo de falangistas hicieron contra la ventana del despacho del alcalde (por aquel entonces Antonio García Quintana) durante el levantamiento militar de 1936 que dio origen a la Guerra Civil. El propio alcalde, el último socialista que tuvo en sus manos el bastón de mando municipal hasta la restauración de la democracia, dio la orden de evacuar el edificio por las puertas traseras después de que los sublevados «acribillaran a balazos la fachada desde la Plaza Mayor», según relata Julio del Olmo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), quien desvela que la fachada de la Casa Consistorial aún luce 53 desconocidos impactos de bala concentrados, sobre todo, en torno a la ventana del aún despacho del alcalde –situado en la primera planta del lateral derecho–. Los ladrillos desconchados y los agujeritos en la piedra sobreviven al paso de los años como testigos mudos de la simbólica caída del último vestigio republicano al día siguiente del alzamiento nacional.
Fachada del Ayuntamiento engalanada con motivo del centenario de su construcción |
Los agujeros que produjo una ráfaga de ametralladora llevaban allí y estaban perfectamente localizados pero la suciedad acumulada se había encargado de camuflarlos durante años hasta que esta última limpieza los ha vuelto a dejar perfectamente visibles en el ventanal de la primera planta situado más a la derecha según se mira de frente a la casa consistorial.
"Al verlos, los técnicos preguntaron si se tapaban o los manteníamos y decidimos dejarlo como constancia de lo sucedido", explicó el consejero delegado de Presidencia, Fernando Rubio, de quien dependían las obras de recuperación del Ayuntamiento con motivo del centenario.
No es el único disparo que hay en el Ayuntamiento ya que uno de los cuadros de la Sala de Comisiones alberga en su marco una bala que también se ha decidido mantener. Otros vestigios de la Guerra Civil es una placa del General Mola que queda oculta en el despacho del alcalde y que nadie en Democracia se ha replanteado su retirada.
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