El desaparecido Cinema Sanz de Cigales


Por Raúl Benito González
A principios de los años 40 del siglo XX, llegó a Cigales un matrimonio procedente de Cataluña. Él era catalán, se llamaba José Ferrer, ella de Cigales y se llamaba Antonina, aunque todos la conocían como Nina-.
Venían con gran ilusión de construir un cine en Cigales, el pueblo de la Nina, porque según se comentaba entonces, este señor Ferrer llevaba varios cines en Barcelona y de ahí el gusanillo de querer construir un cine en Cigales.
Había que buscar un terreno adecuado y se eligió un lugar llamado Glorieta, un descampado en círculo que estaba rodeado de acacias y donde solían hacer parada las ovejas merinas que hacían trashumancia de Extremadura a Soria y viceversa. De modo que allí comenzaron las obras con un resultado muy positivo.
El cine se empezó en el año 1944 y se inauguró en 1946, el 1 de noviembre, con la obra de teatro Don Juan Tenorio, representada por la compañía de Ángel Velasco. El 25 de diciembre se estrenó con la película Sin novedad en el Alcázar y un documental. De esta forma nació el CINEMA FERRER. Fueron unos años muy bonitos y de esplendor para Cigales.


Ya con el cine en su apogeo, teníamos el rito de los domingos a la salida de misa mayor, acercarnos la mayoría a ver la cartelera de la película que pondrían por la tarde -había una sesión de tarde y otra de noche- y además nos gustaba llegar a su hora para no perdernos el NO-DO, y también el reportaje que ponían de la película que pasarían al domingo siguiente.
Pasó un tiempo de explotación del cine por el señor Ferrer, pero bien por motivos de salud, por los años, o por lo que fuera, el caso es que un día decició venderlo. Ferrer dejó el cine al último día de 1947.
El 1 de enero de 1948 se hizo cargo del cine Heraclio Sanz, un labrador del pueblo de Cigales, y entonces se cambió de nombre. Pasó a llamarse CINEMA SANZ. 
Pero por los años 60 empezaron a llegar las televisiones y entonces ya no hacía falta ir al cine, porque le tenías en casa a diario. De ahí el fracaso de los cines, no sólo en Cigales, sino en todos los pueblos.
Con tal decadencia de público el cine se cerró. Estuvo unos años así, hasta que la fiebre de la construcción, o del ladrillo se lo engulló. Así que el terreno lo adquirió una constructora, lo derribó y el resultado, es un bloque de casas, que al menos se sigue conociendo como el edificio del cine. Y he  aquí el significado de ello. Y Cigales se va haciendo más grande y cada vez más y más... grande.

Fuente:  CIGALES, HISTORIA VIVA: EN ESTA VILLA CONTAMOS TODOS (RAÚL BENITO GONZÁLEZ) , 2007
ISBN: 9788478522590

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