Foto: Diario de León |
Aquel viaje sin retorno, desde los montes de León a la llanura castellana, permanece en la memoria de Pedro Castro, uno de los vecinos de mayor edad de Foncastín. Con más de 19 años dejó atrás un mes antes Oliegos para “abrir el camino” al resto de familias en el nuevo emplazamiento, una finca de unas 1.700 hectáreas, propiedad del Marqués de la Conquista. En esta finca se levantó un pueblo blanco, de diseño geométrico, para albergar a los cepedanos transterrados.
De allí partieron unas 200 personas cargadas con sus enseres, ganados y símbolos religiosos en un tren de 30 vagones rumbo a Valladolid aunque hubo otras que decidieron permanecer en la zona. La muerte fue en este caso anunciada. La agonía de Oliegos comenzó años antes de la década de los 40 puesto que desde 1933 se conocía el proyecto del embalse de Villameca.
Oliegos en una foto de la época |
La Guerra Civil española paralizó la construcción de la presa que inauguró Franco la tarde del 2 de octubre de 1946. Por ello, al viejo Oliegos nunca llegó la electricidad puesto que estaba condenado a desaparecer bajo las aguas del embalse de Villameca. El pueblo nombró a un defensor aunque su oposición a aquella infraestructura del franquismo no frenó su desarrollo.
“Señores, las compuertas de la presa ya están bajadas”. Éste fue el aviso que desencadenó la travesía de aquellas familias, la mayoría numerosas, y a la que se resistió Saturnino, que llegó cinco días más tarde a Foncastín. La marcha arribó en la estación del Norte de Valladolid a las 11 de la noche.
Los enseres y animales, que ocupaban 27 de los 30 vagones, llegaron en el tren a Medina del Campo donde tuvieron que ir a recogerlos, entre ellos, las campañas de Oliegos y varios santos como Las Angustias o San José. En total, pagaron 17.000 pesetas por el viaje.
Fotografía: LaNuevaCrónica.com |
Explicaron que las casas existentes no eran suficientes, lo que obligó a algunos a ocupar las corralizas y a otros a desplazarse a Rueda. Todavía tardarían seis años en levantarse todas las viviendas, diez la iglesia y aún más el cementerio. Las campañas durante años lucieron en un alto colgadas de dos palos y la escuela se ubicó en unos barracones, donde por la noche algunos mejoraron su lectura y escritura.
De paseo por las primeras calles de la localidad Foto: http://www.leonoticias.com |
En recuerdo de Oliegos
Los transterrados llevaron al valle del Zapardiel sus ganados y aperos, las costumbres de La Cepeda. Rápidamente descubrieron la fertilidad agrícola de aquella amplia hondonada. Todavía hoy, después de 64 años, el bar del pueblo lleva el nombre de ‘El rincón de Oliegos’ y dos de sus calles los de Villameca y León. También sus apellidos siguen siendo los de su oriunda comarca (Magaz, Mallo, Fernández y García). Además, mantuvieron al alcalde, Nicanor Magaz, y conservaron a sus santos ya que las fiestas patronales son Las Candelas y San Pedro así como la receta de las ricas “margaritas”.
En la plaza de la localidad, la iglesia atesora las campanas e imágenes de Oliegos. También se erigió un monumento, una campesina leonesa, en memoria de aquellas gentes, cuyos recuerdos siguen evocando aquel paisaje solitario, bello y melancólico. Sin embargo, muchos lamentan el olvido de las instituciones leonesas y valoran el apoyo de la Diputación de Valladolid, que patrocinó la publicación de un libro sobre su historia de vida.
La sequía saca a la luz los restos de la localidad de OliegosFotografía: Martínezld |
Fuente: http://www.leonoticias.com/frontend/leonoticias/Foncastin-La-Tierra-Prometida-vn41914-vst306
Fuente: http://bibliotecasespecializadasdezamora.blogspot.com.es/2010/12/
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