Colegiata de Santa María la Mayor


La Colegiata de Santa María de Valladolid fue la principal iglesia de la ciudad entre el siglo XI y el XVI. Su construcción se debe al repoblador de Valladolid Pedro Ansúrez en el siglo XI. Hoy se conservan tan sólo algunas ruinas y unas pocas capillas, situadas cerca de la Iglesia de Santa María La Antigua y junto a la inconclusa Catedral de Valladolid.

Restos de la Colegiata vistos desde la calle Arzobispo Gandasegui
1. Historia
Valladolid fue repoblada en el año 1074, labor encomendada al conde Pedro Ansúrez, quien establecerá en la villa una iglesia colegial al menos desde 1095, fecha de su carta dotal. La colegiata contó con un primer abad traído desde San Zoilo de Carrión de los Condes. Durante la Edad Media será sede de numerosos concilios. La colegiata, en territorio del obispado de Palencia, tenía sin embargo una vinculación directa con la Santa Sede. Tras varios intentos fallidos, la colegiata se convertirá en sede episcopal en 1595.

Restos de la Colegiata vistos desde la calle Arzobispo Gandasegui

1. 1. La primera colegiata
La primera construcción se llevó a cabo en tiempos del conde Pedro Ansúrez. No tenemos demasiados datos de esta obra, puesto que la segunda construcción, de estilo gótico se superpuso a ella. De esta colegiata apenas se conserva nada, salvo la torre, que se supone modelo de la vecina torre de La Antigua, de estilo románico, parcialmente oculta en la construcción de la capilla de San Blas (que pertenece al Museo Catedralicio). Se hipotetiza que esta torre tuvo en su origen dos pisos con arcos (de los que sólo se conserva el inferior) y un remate con chapitel semejante al de La Antigua, aunque quizás con menor pendiente.

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1. 2. Segunda colegiata
Los restos que conservamos actualmente son los de esta segunda colegiata. Se trata de una construcción realizada entre 1219 y 1230, realizada en estilo gótico, que contó con un bello claustro, destruido en el siglo XVII. La iglesia era de tres naves de cinco tramos cubiertas con bóvedas de crucería apeadas sobre pilares de núcleo cruciforme con columnillas adosadas y crucero marcado en planta, con triple cabecera de ábsides semicirculares. No está muy claro cómo se organizaba la iluminación, pues, si bien se conservan algunas ventanas que se abrían a las naves laterales, abocinadas y de gran sencillez, no sabemos si existieron ventanas directas a la nave central y qué altura tenía ésta. El templo tenía tres puertas que se conservan: una al norte, muy restaurada, una al sur que daba al claustro, con una interesante decóración con dientes de sierra, y otra al oeste debajo de la torre-pórtico, que estaba inutilizada ya en el siglo XIV por la construcción de capillas perimetrales. Del complejo arquitectónico sólo conservamos un ángulo del claustro y cinco capillas perimetrales, que hoy conforman el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid.

1. 3. La colegiata de los cinco maestros

Denominada así por la participación de los cinco grandes maestros del gótico final español: Juan y Rodrigo Gil de Hontañón, Francisco de Colonia, Diego de Riaño y Juan de Álava. La primera piedra se puso en 1527, dilatándose mucho la construcción en el tiempo. Sólo se levantó la parte de los pies llegando algunos muros a los doce metros de altura.

La lentitud con que avanzaban las obras llevó a realizar intervenciones en el edificio gótico que continuaba en uso. La planta proyectada era de tres naves con capillas hornacinas y dos torres exentas en la fachada. Este proyecto fue modificado por Diego de Riaño, quien incluyó las torres en la zona de las hornacinas, idea que aparecerá después en proyectos de Juan de Herrera, que pisa la planta de la colegiata de los cinco maestros y además reutilizó las cimentaciones y embutió lo construido de la colegiata de los cinco maestros en sus fábricas. Riaño, Gil de Hontañón y Juan de la Cabañuela fueron sucesivos maestros de obras de la colegiata, si bien Rodrigo Gil fue el que tuvo una vinculación más estrecha, prácticamente hasta su muerte en 1577.

2. El fin de la colegiata

La construcción de la catedral pondrá en peligro el edificio de la colegiata. El propio Juan de Herrera contemplaba la destrucción del conjunto en sus planes. Esto no sucedió hasta el siglo XVII, hacia 1634, en que la vieja colegiata fue derribada, quedando tan sólo en pie las dependencias que aún resultaban útiles, salvándose algunas capillas que eran utilizadas como sala capitular, vestuario, o biblioteca. Gracias a esta utilización, hoy conservamos algunos elementos arquitectónicos del edificio gótico. La tercera colegiata iniciada por Rodrigo Gil y los demás maestros, acabará sirviendo de base al proyecto de Herrera.


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