La Catedral de Valladolid más allá de la leyenda



Todas las ciudades tienen un rincón, un edificio o un elemento natural que los representa de forma especial. En Valladolid, existe una construcción, plantada en una de las zonas más elevadas de la ciudad, que puede divisarse desde muy lejos y que lleva más de cuatro siglos anunciando a los viajeros su llegada a destino: la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.
Nuestra Catedral fue proyectada por un famoso arquitecto del siglo XVI, Juan de Herrera, y desde entonces ha sido un tema de preocupación para los vallisoletanos, que siempre han suspirado por verla concluida.

Juan de Herrera

Por Valladolid corre, desde tiempos inmemoriales, una leyenda que atribuye al rey Felipe II –vallisoletano ilustre donde los haya…-la culpa de que la Catedral haya llegado a nosotros inacabada. A comienzos de 1561, este monarca decidió que su Corte abandonara Valladolid para instalarse en Madrid; decisión que dejó a su ciudad natal sumida en una profunda crisis. La leyenda explica que Felipe II necesitaba un gran arquitecto para llevar a cabo sus planes para el futuro Monasterio de El Escorial y que, automáticamente, pensó en Juan de Herrera, sin importarle el trabajo que estaba realizando en Valladolid. La tradición nos cuenta, por lo tanto, que Herrera abandonó la Catedral de Valladolid para dedicarse por entero a El Escorial.

Monasterio de El Escorial

Esta historia, así contada, ha hecho que los vallisoletanos hayamos mirado con algún recelo a Juan de Herrera e incluso al mismísimo Felipe II. Y que, incluso, hayamos desarrollado cierto rechazo hacia nuestra Catedral; quizás por recordarnos aquel momento de nuestra historia en que pasamos a ser “segundo plato” de la realidad nacional.
Sin embargo, ya va siendo hora de que nos reconciliemos con este episodio de nuestro pasado y con este magnífico elemento de nuestro patrimonio arquitectónico. Para hacerlo, tan solo será necesario que pongamos en claro qué hay de cierto en la presunta historia de la construcción de nuestra Catedral. Enseguida comprobaremos que, como casi siempre ocurre, el saber no sólo no ocupa lugar sino que puede ayudarnos a corregir errores que, como este nos lleva a ser injustos con la Historia y sus personajes.

El proyecto de Juan de Herrera

La construcción del Monasterio de El Escorial se realizó entre 1563 y 1584. Por su parte, la Catedral de Valladolid comenzó a edificarse en 1582. Esto es, cuando Juan de Herrera aceptó el encargo para la ampliación definitiva de la antigua Colegiata de Valladolid que, años después se convertiría en “catedral”, el Monasterio estaba prácticamente terminado.
Lo que realmente ocurrió fue que el famoso arquitecto, una vez realizado el proyecto de la nueva “colegiata” vallisoletana, delegó la dirección de obra en un arquitecto de su más estricta confianza y de gran prestigio: Diego de Praves, Juan de Herrera regresó, entonces a Madrid y continuó trabajando en muchos otros proyectos hasta el final de sus días, en 1597.
¿Por qué, entonces, la Catedral de Valladolid no está acabada? Escuchemos a la Historia.
A principios de los años 80 del siglo XVI, el arquitecto cántabro Juan de Herrera proyectó una Iglesia Mayor para Valladolid, de tres naves, sobria decoración, altura ilimitada, numerosas capillas, predominio del ritmo horizontal y dos imponentes torres que flanqueaban la portada de sus pies.


Cuando los canónigos examinaron los planos de Herrera, al momento se imaginaron a sí mismos paseando por aquellas naves de gran tamaño, que serían como las del Templo de Salomón en Jerusalén pero en pleno corazón de Castilla.
Como la obra iba a suponer un gasto enorme, Felipe II se encargó de garantizar que el Cabildo tendría ingresos suficientes para sufragarlo. Para ello le concedió el monopolio de la impresión de la Cartilla de la Doctrina Cristiana, con la que alfabetizó y catequizó a los niños, a éste y al otro lado del océano Atlántico. En total, durante varios siglos, la catedral se benefició de la venta de ¡70 millones de ejemplares! de esta Cartilla.

Vista desde la Plaza de la Universidad

Aun así, el dinero aportado por el Obispado –desde su creación en 1595- no era complemento suficiente para sufragar la construcción y las obras fueron lentas desde su comienzo, hasta paralizarse tras el fallecimiento de Felipe II. La nueva Colegiata había ganado la condición de Catedral en 1596, una vez que Valladolid obtuvo el título de ciudad; pero, desde entonces, las obras tomaron un ritmo tedioso que parecía no tener fin, a pesar de las modificaciones y los recorte hechos al proyecto inicial de Herrera.
En medio de aquel hartazgo, con una Catedral que lo era sobre el papel pero que apenas ejercía como tal en la práctica, en 1688 el Cabildo acordó inaugurar lo que se había construido hasta aquel momento, lo cual se llevó a efecto en una solemne ceremonia.

La Catedral vista desde la Iglesia de la Antigua

En los primeros años del siglo XVIII, el Cabildo consiguió levantar la torre de la nave del Evangelio (la torre de la izquierda si miramos de frente a la Catedral). Esto supuso un gran logro, dado que iba a albergar las campanas del templo. La torre era muy esbelta y vistosa y no tardó en ganarse el apelativo de “la buena moza” entre los vallisoletanos.

En 1729, el arquitecto madrileño Alberto Churriguera recibió el encargo de continuar con la obra de la Catedral. A él debemos la construcción del cuerpo superior de su fachada principal y probablemente el controvertido atrio con el que se salva la diferencia de altura de la misma con respecto a la calle a la que se abre.
Como muchos otros edificios del patrimonio monumental español, la Catedral de Valladolid sufrió el envite del devastador “terremoto de Lisboa” de 1755. La torre se resintió y, finalmente se derrumbó un siglo después, en 1841.


Con el paso del tiempo, nuestra Catedral fue sufriendo otras…”amputaciones”. A comienzos del siglo XX, se desarmó la reja del XVIII que cerraba el coro, para que el interior del templo ofreciese un aspecto más “abierto”. Hoy, la reja se exhibe en el Metropolitan Museum de Nueva York, en una de sus salas principales.
A finales del siglo XIX, se edificó una nueva torre, esta vez en el lado de la Epístola (a la derecha si miramos de frente a la Catedral). La nueva torre quedaría rematada, en 1923, por una cúpula y una escultura del Sagrado Corazón de Jesús.


Durante todo el siglo XX se sucedieron reformas interiores en la Catedral: se eliminó el coro de la nave central, se construyó una tribuna para albergar el nuevo órgano, se instaló el retablo mayor obra de Juan de Juni… Nuestra Catedral no cesó en su empeño por encontrar su identidad y mostrarse espléndida ante sus fieles y ante la ciudadanía en general.

Dibujo de Miguel Ángel Soria

Atrás quedó el rumor legendario que durante siglos nos hizo dar por cierto una historia de abandonos, traiciones y fatalidades. La Catedral de Valladolid ha sido testigo de excepción de nuestro pasado y ha permanecido velando nuestro devenir y nuestro progreso con discreción y lealtad.
En fecha muy reciente, el Ayuntamiento de Valladolid ha concluido la urbanización del entorno de la Catedral, convirtiendo el espacio que la circunda en una de las zonas peatonales más espléndidas, amplias y acogedoras de centro histórico de la ciudad.


Nuestra Catedral pudo haber sido uno de los templos más grandiosos del Mundo Hispánico, como correspondía a la catedral de la ciudad natal del poderoso Felipe II. Sin embargo, su imperfección es lo que la define en nuestros días y, posiblemente, lo que sustenta su poderoso atractivo y su arrolladora personalidad.


La próxima vez que pases por su lado, ahora que sabes cuál es la verdad de su historia, guíñale el ojo. Que nuestra querida Catedral jamás se sienta sola y que sepa, siempre, que los vallisoletanos sentimos por ella un gran afecto y un respeto sin límites.



-Un joven vallisoletano dispuesto a culminar el proyecto de Juan Herrera


-Fuente: La Catedral de Valladolid, más allá de la leyenda. (Texto basado en el guión original de Javier Burrieza). Editado por el Ayuntamiento de Valladolid. DL: VA-292/2011

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Bonuta historia!
Provinciana ha dicho que…
hijo, da gusto pasarse por este blog de provincias!