Las grandes reformas que el Ayuntamiento llevó a cabo en el entonces denominado campillo del Rastro (en XI-1873 dan comienzo las primeras obras de encauzamiento del río Esgueva por esta zona, al tiempo que surgía la calle de Miguel de Iscar) permitieron que por los años de 1877 se desarrollara delante de las casas que fueron de Juan de la Navas una plazuela que adoptó el nombre del Rastro, la cual hizo retomar al cervantista Marino Pérez Mínguez la idea surgida en 1862 de erigir un monumento que “recordara sólo que vivió en esta ciudad de Valladolid el Manco de Lepanto” y que presidiera este paraje.
En 1876 solicitó de las autoridades locales el oportuno permiso para levantar una estatua a Cervantes. Se lograron reunir 14.588 reales de diversos donantes de la ciudad.
Con tan exigua cantidad de dinero se iniciaron las obras de cantería dirigidas por el arquitecto municipal don Joaquín Ruiz Sierra y ejecutadas por el maestro Jacinto Peña.
El inspirador del monumento tuvo muy en cuenta el que se había erigido en Madrid en 1835, muy próximo a la vivienda en que murió Cervantes. En cada frente del pedestal se colocaron cuatro relieves, modelados por don Pedro de Berasategui.
El monumento vallisoletano se inauguró el 29 de septiembre de 1877 y fue la primera estatua pública que tuvo Valladolid y la segunda que se dedicó a Cervantes en España. Pero como se levantó sobre solar enajenado por el municipio esta circunstancia, unida a las críticas que recibió el diseño del pedestal, condujo a la aprobación, el 11 de julio de 1879, del diseño de otro pedestal nuevo hecho por el arquitecto Joaquín Ruiz Sierra y a que su emplazamiento se modificase ligeramente.
En 1889 se acordó trasladar el monumento a la Plaza de la Universidad, momento en que la estatua de Cervantes se pintó imitando al acero, instalándolo en el centro de los jardines próximos a la Catedral.
En 1876 solicitó de las autoridades locales el oportuno permiso para levantar una estatua a Cervantes. Se lograron reunir 14.588 reales de diversos donantes de la ciudad.
Con tan exigua cantidad de dinero se iniciaron las obras de cantería dirigidas por el arquitecto municipal don Joaquín Ruiz Sierra y ejecutadas por el maestro Jacinto Peña.
El inspirador del monumento tuvo muy en cuenta el que se había erigido en Madrid en 1835, muy próximo a la vivienda en que murió Cervantes. En cada frente del pedestal se colocaron cuatro relieves, modelados por don Pedro de Berasategui.
El monumento vallisoletano se inauguró el 29 de septiembre de 1877 y fue la primera estatua pública que tuvo Valladolid y la segunda que se dedicó a Cervantes en España. Pero como se levantó sobre solar enajenado por el municipio esta circunstancia, unida a las críticas que recibió el diseño del pedestal, condujo a la aprobación, el 11 de julio de 1879, del diseño de otro pedestal nuevo hecho por el arquitecto Joaquín Ruiz Sierra y a que su emplazamiento se modificase ligeramente.
En 1889 se acordó trasladar el monumento a la Plaza de la Universidad, momento en que la estatua de Cervantes se pintó imitando al acero, instalándolo en el centro de los jardines próximos a la Catedral.
Comentarios