Por Celso Almuña Fernández
Durante la invasión francesa de España en 1808, la acción combinada de los tres cuerpos de ejércitos españoles: sur, centro y norte (Blake) fuerza un repliegue general de los franceses. Ante este empuje formidable y sorprendente para todas las potencias coaligadas contra Napoleón, éste decide trasladarse a España, al frente de un formidable ejecito.
El día 8 de noviembre de 1808 Napoleón cruza el Bidasoa. Hasta el 6 de enero 1809 no llegará a Valladolid. Ese día entró (permanecerá hasta el 17) el Emperador en Valladolid por el Puente Mayor. Vino a caballo al frente de 1500 soldados de caballería y 2500 de infantería, con muchos coches y carros; no se le dio un viva, sino por los franceses y afrancesados, ni el pueblo se quitó el sombrero. Se hospedó en el Palacio Real, y hubo iluminación y cohetes. Hubo repique de campanas aunque no general. Y así también las dos noches siguientes.
En el mismo sentido apunta la orden de que fuesen elegidos representantes populares par “jurar fidelidad al Emperador y al Rey, su hermano José, darle las gracias por haber librado a los vecinos de esta ciudad del saqueo e incendio a que por las ocurrencias anteriores eran acreedores, y ofrecer buen tratamiento y armonía a sus tropas; lo que así se verificó, siendo el juramento en la iglesia Penitencial de Jesús.
Valladolid no era una ciudad de fiar y prueba de ello es “el desgraciado incidente de San Pablo”. Altamente significativo, cuando entre el Palacio Real (aposento de Napoleón) y San Pablo –frente por frente-, hay una distancia que posiblemente no llegue ni a cien metros (Plaza de San Pablo). Prácticamente en las mismas “barbas” de Napoleón se va a asesinar a uno de sus soldados. El incidente además es “de los muy comunes por entonces. Este hecho vino a cambiar la buena disposición que se notaba en el ánimo del Emperador”.
Sucedió pues que el hortelano del convento de San Pablo, participando también de los sentimientos que animaban a los demás españoles contra el enemigo común, asesinó a un soldado del ejército francés en la misma huerta, y poco previsor para esconder su crimen arrojó el cadáver en la noria. Altamente resentido Napoleón de la perpetración del delito (y a un soldado de su guardia) fulminó en el día 8 de diciembre el decreto de supresión del convento y secuestro de todos sus bienes, como asimismo la sentencia de muerte contra el desventurado hortelano.
El suceso es altamente revelador hasta donde llegaba la enemiga y dónde radican los principales focos de resistencia a los franceses. Nos queda una duda: ¿estaba solo el hortelano o alguien más le acompañó? y, en último término, ¿es ejecutor consciente o inconsciente de esos núcleos de resistencia?.
Ante las noticias que recibe del Centro-Europa, Napoleón decide partir hacia aquellas tierra.
El día 17 de enero, a las seis de la mañana, parte en dirección a Burgos “cuyo viaje hizo a caballo con una increíble celeridad". Aquí dejó de gobernador al príncipe de Neufchatel (hasta el 25 de enero), al que sucede el mariscal Bessiéres, hasta el 15 de marzo, que será sustituído por el definitivo Kellermann.
Durante la invasión francesa de España en 1808, la acción combinada de los tres cuerpos de ejércitos españoles: sur, centro y norte (Blake) fuerza un repliegue general de los franceses. Ante este empuje formidable y sorprendente para todas las potencias coaligadas contra Napoleón, éste decide trasladarse a España, al frente de un formidable ejecito.
El día 8 de noviembre de 1808 Napoleón cruza el Bidasoa. Hasta el 6 de enero 1809 no llegará a Valladolid. Ese día entró (permanecerá hasta el 17) el Emperador en Valladolid por el Puente Mayor. Vino a caballo al frente de 1500 soldados de caballería y 2500 de infantería, con muchos coches y carros; no se le dio un viva, sino por los franceses y afrancesados, ni el pueblo se quitó el sombrero. Se hospedó en el Palacio Real, y hubo iluminación y cohetes. Hubo repique de campanas aunque no general. Y así también las dos noches siguientes.
Aunque no es el Puente Mayor lo parece, y nos da una idea de la estampa que se encontraron los vallisoletanos aquel 6 de enero
Al día siguiente, llamó ante sí a las autoridades eclesiásticas y seculares, a las cuales recibe con aspereza y “amonestó a todos para que aconsejasen a la tranquilidad”. Da orden de prender y ahorcar “a los revolucionarios”. Se prendieron como a 18/20 personas, de las cuales se ahorcaron a cinco “cuando iba a subir otra al patíbulo llegó el indulto del Emperador”. El resto desterradas a Francia. En esta misma línea para hacerse con el control de la ciudad, están otra serie de medidas, por las que conmina a los ciudadanos a delatar la existencia de “algún almacén de municiones, ropas o comestibles o de alguna especie de los ingleses”.En el mismo sentido apunta la orden de que fuesen elegidos representantes populares par “jurar fidelidad al Emperador y al Rey, su hermano José, darle las gracias por haber librado a los vecinos de esta ciudad del saqueo e incendio a que por las ocurrencias anteriores eran acreedores, y ofrecer buen tratamiento y armonía a sus tropas; lo que así se verificó, siendo el juramento en la iglesia Penitencial de Jesús.
Valladolid no era una ciudad de fiar y prueba de ello es “el desgraciado incidente de San Pablo”. Altamente significativo, cuando entre el Palacio Real (aposento de Napoleón) y San Pablo –frente por frente-, hay una distancia que posiblemente no llegue ni a cien metros (Plaza de San Pablo). Prácticamente en las mismas “barbas” de Napoleón se va a asesinar a uno de sus soldados. El incidente además es “de los muy comunes por entonces. Este hecho vino a cambiar la buena disposición que se notaba en el ánimo del Emperador”.
Sucedió pues que el hortelano del convento de San Pablo, participando también de los sentimientos que animaban a los demás españoles contra el enemigo común, asesinó a un soldado del ejército francés en la misma huerta, y poco previsor para esconder su crimen arrojó el cadáver en la noria. Altamente resentido Napoleón de la perpetración del delito (y a un soldado de su guardia) fulminó en el día 8 de diciembre el decreto de supresión del convento y secuestro de todos sus bienes, como asimismo la sentencia de muerte contra el desventurado hortelano.
El suceso es altamente revelador hasta donde llegaba la enemiga y dónde radican los principales focos de resistencia a los franceses. Nos queda una duda: ¿estaba solo el hortelano o alguien más le acompañó? y, en último término, ¿es ejecutor consciente o inconsciente de esos núcleos de resistencia?.
Ante las noticias que recibe del Centro-Europa, Napoleón decide partir hacia aquellas tierra.
El día 17 de enero, a las seis de la mañana, parte en dirección a Burgos “cuyo viaje hizo a caballo con una increíble celeridad". Aquí dejó de gobernador al príncipe de Neufchatel (hasta el 25 de enero), al que sucede el mariscal Bessiéres, hasta el 15 de marzo, que será sustituído por el definitivo Kellermann.
-Fuente: Historia de Valladolid (Valladolid en el siglo XIX). ISBN: 84-398-4289-9
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Un abrazo.