El Museo Nacional Colegio de San Gregorio es uno de los más importantes museos españoles. Se distingue por la calidad original de su colección de escultura, la belleza del edificio del siglo XV que alberga su exposición permanente (el colegio que da nombre al Museo) y el valor histórico de los inmuebles que completan el conjunto museístico: el Palacio de Villena, la Casa del Sol y la iglesia de San Benito el Viejo.
Su exposición permanente presenta un recorrido artístico que abarca desde el siglo XIII hasta el XVIII, en el que la escultura en madera policromada del Siglo de Oro goza de un protagonismo especial.
Más de 150 años de historia
El Museo es una fundación estatal con más de 150 años de historia. Su nacimiento en 1842 se inscribe en el proceso de creación de los museos públicos en España, inspirado por los principios educativos de la ilustración y por el reformismo político de la monarquía liberal. Las leyes desamortizadoras que nacionalizaban los tesoros artísticos de los conventos dieron lugar a los museos de Bellas Artes, entre los que destacó pronto el de Valladolid, instalado en el Colegio de Santa Cruz.
Bajo la Segunda República, en 1933, el Museo se trasladó a un noble edificio, el Colegio de San Gregorio; fue elevado de categoría y cambió su nombre por el de Museo Nacional de Escultura, para darle un rango científico y secular, y enaltecer la riqueza del patrimonio escultórico de la nación. Desde 2008, y coincidiendo con la rehabilitación y reapertura de su sede tradicional, ha pasado a denominarse Museo Nacional Colegio de San Gregorio.
Las colecciones
Aunque comprende un arco temporal extenso que recorre desde la Baja Edad Media hasta el siglo XX, la colección no tiene un carácter enciclopédico. Está especializada en un periodo delimitado pero muy brillante, la Edad de Oro de los siglos modernos, y en el arte de la escultura de tema religioso de madera policromada. Aunque inicialmente predominaron los artistas del ámbito castellano y del Norte de la Península activos entre 1520 y 1650 –Alonso Berruguete, Juan de Juni o Gregorio Fernández, acompañados de contemporáneos como Vigarny o Leoni- la ampliación de los fondos con obras de Aragón, Murcia o de nuestros andaluces, como Pedro de Mena o Alonso Cano, ha ido configurando un paisaje cada vez más justo de la escultura “española”, a condición de que este término no se entienda en un sentido restrictivo, pues, a pesar del énfasis tradicionalmente puesto en el castellanismo de la colección, su naturaleza es, en realidad, muy cosmopolita, dado que varios artistas o determinadas obras proceden de Borgoña, Francia, Flandes, Italia o Alemania, lo que da a sus colecciones una dimensión europea que refuerza su complejidad y su encanto.
Sin embargo, junto a los escultores no debe olvidarse el diálogo que estos mantienen con sus excelentes pintores contemporáneos, españoles y extranjeros, como Jorge Inglés, Antonio Moro, Rubens, Zurbarán o, ya más tardío, Luis Meléndez. Hay, además, interesantes ejemplares de artes aplicadas y mobiliario, propios de un periodo en el que las fronteras entre las Bellas Artes y las Artes Aplicadas no estaban definidas.
Asimismo, la colección es particularmente rica en algunos géneros muy expresivos del quehacer artístico de esas centurias, en particular retablos, así como en sepulcros y sillerías de coro, además de poseer un grupo muy original de pasos procesionales.
A estos fondos hay que añadir finalmente algunos artesonados propios de edificio o procedentes de conventos desaparecidos, que enriquecen y dan color al patrimonio del Museo y a la arquitectura interior del Colegio.
El Colegio de San Gregorio, taller espiritual
El mérito de las colecciones está en plena correspondencia con la calidad del edificio que las acoge, el Colegio de San Gregorio. De hecho, una afinidad histórica y cultural entreteje la relación entre sus fondos artísticos y la sede, dado que la intensa actividad doctrinal e ideológica del Colegio en los siglos XVI y XVII se plasmó visualmente en el programa, los contenidos y el destino de la mayoría de las obras de arte que en el siglo XIX ingresarían en el Museo.
Esta institución docente fue fundada en la última década del siglo XV por un obispo vinculado a los Reyes Católicos, Alonso de Burgos, con el fin de reforzar la formación teológica de los dominicos, función que cumplirá durante décadas con una autoridad indiscutida. Se va a convertir, poco a poco, en uno de los laboratorios intelectuales más activos del conflictivo escenario espiritual del siglo XVI –en él estudiarán los teólogos, místicos, escritores e inquisidores –Bartolomé Carranza, Luis de Granada, Melchor Cano o Bartolomé de las Casas- que dirigieron la vida pública en las Indias, fijaron la posición de la monarquía en materia doctrinal, protagonizaron controversias sobre Erasmo de Rotterdam o sobre el trato a los indígenas y definieron la posición española en el Concilio de Trento. (Ir a la 2ª parte de este artículo)
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-Museo Nacional Colegio San Gregorio (Parte 2)
-Fuente: MINISTERIO DE CULTURA
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ISBN: 978-84-8181-421-7
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