Wamba, rey a su pesar

Iglesia de Santa María
En el año 672, del rey godo Recesvinto al parecer hizo la trashumancia buscando una mejoría a sus dolencias en las salutíferas aguas de Fuente Honcalada.
Aposentado en este lugar de los Torozos, el día 1 de septiembre Rescenvinto falleció. La búsqueda de un nuevo rey se alargo varios días, hasta que encontraron a Wamba, en su retiro, haciendo lo que cualquier jubilado ocioso, labrar sus tierras y disfrutar de su jubilación, tras una larga etapa como ''militar'', sirviendo a diferentes reyes Godos.  Porque fue ley de los godos que el nuevo monarca debe ser elegido en el mismo lugar en que falleciera el anterior. Esto es solo una suposición, pues toda la vida anterior a su coronación, esta envuelta en un halo de misterio, leyendas y datos poco fiables. 

Estatua de Wamba de una serie de monarcas españoles de la plaza de Oriente (Madrid)
Wamba se opuso cuanto pudo a recibir la corona y durante su reinado mantuvo esa distancia con los oropeles. Las lecturas escolares escenifican ese rechazo en el desafío de un Wamba labriego que se compromete a aceptar la corona si florece la garrota con la que arrea a los bueyes (cuenta la leyenda que al clavar el palo en la tierra, súbitamente reverdeció, cubriéndose de verdes hojas y blancas flores). También su breve reinado, interrumpido por una conjura, aparece salpicado de leyendas.
Lo cierto es que murió en la localidad burgalesa de Pampliega, como atestigua un monolito rematado por una cruz de hierro.

Fuente de los dos caños
Aunque el relevo de reyes le dio nombre, no fue el único episodio notable ocurrido en Wamba. Tres siglos más tarde se retiró a su cenobio el obispo Fruminio, dimisionario de León, quien impulsó la construcción de la iglesia mozárabe cuya estructura todavía pervive dentro del cascarón románico. Y haciendo valer su condición episcopal, la consagró a Santa María, que era la advocación usual de las catedrales. Un refrán hace broma con las dádivas de esta mitra jubilada: El prelado de Wamba da lo que le sobra para salvar su alma. Los vestigios mozárabes de la iglesia son los más arcaizantes que se conservan de este estilo. Quedan muy lejos de la gracilidad de San Cebrián de Mazote.
Su traza remite más a San Juan de Baños. Sin embargo, apenas nada se ha encontrado del primitivo cenobio visigodo. Dos tenantes de altar y un capitel que se usa como pila del agua bendita.


Dos siglos más tarde, ya en el doce, Wamba pasó a ser una encomienda de los hospitalarios de San Juan, a la que se retiró en 1175 doña Urraca. Esta regia dama era hija del rey de Portugal y esposa de Fernando II de León, quien después de repudiarla la arrumbó aquí con una buena dote. Hasta fines del siglo diecinueve estuvo en pie la capilla que guardaba sus restos, derribada entonces para construir el ayuntamiento. Wamba se encuentra en el valle del Hontanija, un riachuelo tributario del Hornija que nace en la fuente de los Ángeles de Villanubla. Su menguado caudal, muy sensible al estiaje, se adorna con tupidas choperas y movió varios molinos e incluso la pesada turbina de una fábrica doméstica de electricidad. Desde la zona recreativa que rodea al Hontanija, los pasos del visitante acceden a la plaza Mayor, donde está la iglesia, por la calle de la Fuente, en la que se suceden dos caños.


 La fuente Honcalada ofrece su manantial digestivo en la salida hacia Villanubla. Entrando a la plaza por este flanco, se aprecia el testero mozárabe de la iglesia, que es la parte que salvaron los hospitalarios al construir el templo románico. Lo más atractivo del exterior es la portada de los pies, en la que sobresalen los arquillos que recorren las arquivoltas, de clara filiación oriental. El tímpano recoge la fecha de su construcción: 1195. Esta portada estuvo mucho tiempo tapada por el frontón de pelota pero ahora forma un hermoso rincón con la vecina puerta del antiguo cenobio.


 Las últimas reformas despojaron a la iglesia de otros apósitos bastardos, aunque el flanco que cierra la plaza hacia el ayuntamiento desmerece el conjunto. Antes se había achatado la estatura de la torre y esta rebaja contribuyó a la imagen apaisada del conjunto.
La visita a Wamba no puede prescindir de la entrada al interior de su iglesia y a la capilla del osario, que se ha convertido en uno de los reclamos más buscados. Se trata de un recinto fascinante.

"Como te ves, yo me vi, como me ves, te verás.
Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás"

A lo largo de la calle de la iglesia se suceden las cruces del calvario sanjuanista unas empotradas en los muros, otra junto a la iglesia, las más alejadas en el cementerio y en la pradera de la ermita de la Virgen de la Encina, saliendo hacia Peñaflor de Hornija. La ermita del Humilladero, del dieciséis, es una construcción mínima pero de aspecto muy repulido. El circuito peatonal por Wamba se abrocha recorriendo la calle de la Cruz, que enlaza con la de la Fuente a través de los Pajares. El callejero de Wamba resulta sinuoso y se enreda en frecuentes corros y metidos.


Fuente: Tierra de horizontes (Ernesto Escapa)

Comentarios