Aquellos vendedores ambulantes de Valladolid

Antolín Fernández Vela y su mujer repartiendo leche en la calle Santiago a finales de los años 40

Por José Delfín Val (Extracto del libro Historias Notorias de Valladolid)
Los vendedores ambulantes, de los que ya no quedan, aquellos que iban en su carro de pueblo en pueblo, han sido siempre los más sacrificados de todos los vendedores. La venta ambulante es tan vieja como el comercio. Creemos que la llamada venta directa es la madre de todas las ventas. El trato personal entre el vendedor y el comprador con el género en la mano, es la esencia del comercio. 
Nadie le ha dedicado un recuerdo en forma de monumento al vendedor ambulante, al vendedor que se levantaba a las siete de la mañana y tras darle de comer al mulo, lo enganchaba al carro a las ocho e iniciaba en ese momento su larga jornada de trabajo con una carretera por medio y un pueblo al final de ella. Así un día tras otro durante todos los meses del año, de los años de anteguerra y de posguerra. “Había pueblos que estaban a 12 o 14 kilómetros y tardábamos dos horas y media en llegar”. 
A nuestros escultores castellanos no se les ha ocurrido (aunque a lo mejor sí, pero no han encontrado el respaldo necesario) dedicarle un monumento al vendedor ambulante que atendía las necesidades de los pueblos modestos que. en años difíciles, únicamente contaban con el comercio del vendedor ambulante que llegaba un determinado día de la semana. 
Mi amigo Paco Tejero pertenece a una saga de vendedores ambulantes. Lo fue su padre y lo fue su abuelo. Un dato curioso: Su padre ya era ambulante cuando se casó en el año 1932 y, al hacer balance del capital con el que contaba para hacer frente a la vida en su nuevo estado, anotó en un pliego de papel de barba su hacienda consistente en: Género de su propiedad, tierras, un carro, dos machos y sus aperos, género adelantado por su padre a cuenta y dinero en metálico. Todo ello sumado hacía un capital de poco más de diez mil pesetas. El carro lo valoró, seguramente en lo que le había costado, 700 pesetas; y los dos machos en 2.500. A finales de aquel año de 1932 hace balance y consigna dos datos que llaman nuestra atención: el dinero que tiene en metálico asciende a la cantidad de 200 pesetas y las deudas a su favor, es decir, el género vendido pero no cobrado aún 998 pesetas, lo que supone una venta al fiado de la cuarta parte de la venta cobrada. 

Un vendedor ambulante en los años 60. Col. familia Tejero

Su hijo, mi informante, el menor de cinco hermanos. siguió en el oficio. Vendía en una ruta establecida por Valdestillas. Megeces, Matapozuelos. Tudela. Villabañez. Villavaquerin, Aldeamayor de San Martín. Viana. y Vallelado. Las ventas eran escasas y los beneficios muy justos. Un obrero ganaba en los años 50 entre 10 y 15 pesetas; y las cosas no estaban para tirar cohetes. 
Hasta que los ambulantes pudieron comprarse una furgoneta, el carro fue su tienda y su medio de transporte. Carro de llantas de hierro y de rueda grande que, en aquéllos años difíciles, era un privilegio poseer. En los años 50 dos ruedas nuevas costaban 2.000 pesetas. Se reponían cada cinco años. "El vendedor ambulante siempre reconocía el buen carro. El tic-tac de sus ejes tenían un cantar que era distinto de uno bueno a uno malo y por esas carreteras de tierra y baches, llenas de polvo en verano y de barro en invierno, se notaba mucho tener un buen carro". 
Cuando no daba tiempo a llegar a casa porque el pueblo quedaba lejos y la velocidad del carro era la que era, los ambulantes se quedaban a dormir en alguna posada.
Ya digo; los vendedores ambulantes, en carro de toldo y mulo, merecen un homenaje por cuantas soluciones pusieron a las pobres economías de los años 30/40.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Por añadir algo, mis bisabuelos tenían una panadería en la calle industrias y mis tíos repartían pan por todo Valladolid y alrededores( también se les podría considerar vendedores ambulantes, con isocarros y carretas con caballos, la panadería se llamaba "Los Hermosos" y hablo en tiempos después de la posguerra.
Anónimo ha dicho que…
NO SOY CAPAZ DE COMPRENDER COMO HAY GENTE QUE INTENTA VER ALGO DESTACADO EN LA HISTORIA DE ESTA CIUDAD. NO ME DECANTARIA EN IR NI AUNQUE ME PAGARAN EL VIAJE.
Anónimo ha dicho que…
Para el que no iría "ni auqnque le pagaran el viaje", vaya usted nora mala, caballero, con su fétida prosa mugrienta. Y no soy de Valladolid.
Anónimo ha dicho que…
Para "NO ME DECANTARIA EN IR NI AUNQUE ME PAGARAN EL VIAJE"....tranquilo, a gente cómo Vd. nadie le pagaría nada. Seguramente ni su propio funeral. Siga mirándose su ombligo.