La Plaza de la Cruz Verde


Por Jaquín Martín de Uña
A un vallisoletano de nuestros días puede no resultarle familiar el nombre de la plaza en que confluyen las calles de Alonso Pesquera, José María Lacort, Mantería, Labradores y Tudela, pero es suficiente conocer que el distintivo de las cofradías penitenciales de la Santa Vera Cruz es generalmente dicho símbolo pintado, bordado o dibujado en el expresado color, con el que se identifica la cruz en que fue crucificado Jesucristo y que para los católicos constituye el Árbol de la Vida, en oposición al Árbol de la Ciencia, del Bien y del Mal, en el que sitúa la Biblia el fruto por el que nuestros primeros padres fueron expulsados del Paraíso Terrenal, por lo que representa el Árbol de la Muerte.


El nombre le viene a la plaza de una hornacina, existente en el siglo XVI, que daba cobijo a una cruz del repetido color, que había colocado la parroquia de San Andrés en honor de la Cofradía Penitencial de la Santísima Vera Cruz de Valladolid, debido a las fraternales relaciones mantenidas entre ambas agrupaciones, entre las que se contaba el que la penitencial enterraba en el cementerio de la parroquia, los cadáveres de ajusticiados que no se inhumaban en el Convento de San Francisco.


El paso del tiempo hizo desaparecer la hornacina, la cruz y el cementerio (no así la antigua parroquia y la más antigua de las penitenciales vallisoletanas), permaneciendo, no obstante el nombre por el que se conoce la plaza desde que Lope de Rueda, en su Corral de comedias, situado según Don Narciso Alonso Cortés, entre las actuales calles de Alonso Pesquera y Don Sancho, cuando el autor y actor fue contratado (con un salario de 4.000 maravedíes, igual que el de un corregidor) para componer “autos y danzas para las fiestas que se an echo y azen el día de Corpus Xte”., sabiéndose que el gran autor residió en nuestra ciudad durante los años 1551 a 1559.


La peatonalización de la calle Mantería, que ocupó parte de la antigua plaza, así como la ordenación de la zona, ha convertido a la actual plaza en un espacio irregular, incómodo para los peatones, a quienes lo alargado de la actual plaza obliga a cruzar por pasos muy distantes entre sí, mientras que una falta de rigor en las alturas y estilos de los edificios que la componen, hacen que el lugar se recorra, generalmente a buen paso.

La Plaza de la Cruz Verde según el plano de Bentura Seco de 1738

Todo ello sin un solo recuerdo al pasado esplendor y a los elementos que configuraron en el siglo XVIII a una de las plazas con más vida y más apreciada por los vecinos de uno de los barrios más castizos de la ciudad: El barrio de San Andrés.


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-Fuente: Paseos por la ciudad. Por su historia, en el recuerdo y con la imaginación. (Joaquín Martín de Uña). ISBN: 84-932336-1-7

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
una plaza que a día de hoy huele a los porros que se fuman los asiduos del Bar La Luna