Por Joaquín Martín de Uña
La primera referencia cierta de la que sería Plaza de la Universidad, la recoge Don Matías Sangrador del documento de donación de los condes de Ansúrez a Don Salto, primer abad de la colegiata de Santa María la Mayor, por la que se entrega dicha edificación y se fijan las bases económicas para su funcionamiento. La citada institución abacial tuvo su primera sede en la iglesia de Santa María de la Antigua, que desde entonces recobró su función parroquial que aún conserva en nuestros días.
El comienzo de la actividad de la colegiata, como habitualmente sucedía en los centros de población medievales, supuso que su entorno se constituyera en el más importante lugar de la vida mercantil y social de la población y en ella se concretaron importantes actividades religiosas, mercantiles, municipales, docentes y sociales de la naciente villa.
Desde sus comienzos, el lugar se conoció como Plaza de Santa María o Plaza del Mercado, hasta que el mercado que se celebraba en el entorno de la colegiata (1248 y documentalmente probado, en 1260), comenzó a extenderse hacia la amplia zona comprendida entre las actuales Plaza Mayor, de la Fuente Dorada y de la Universidad, que fue el lugar de asentamiento de los primeros gremios artesanos, comenzando a conocerse la amplia zona como Plaza del Mercado Nuevo, denominación que con el paso de los años se transformó en Plaza del Mercado, mientras que la Plaza de Santa María comenzó a conocerse con el complemento de Plaza vieja del Mercado.
Nuestra Plaza Mayor fue la sucesora de algunos de los servicios prestados en la Plazuela de Santa María. Siendo la característica más común en las plazas mayores la presencia en las mismas de sus ayuntamientos, o casas consistoriales.
La colegiata tuvo gran trascendencia e importancia en el nacimiento de nuestra Universidad. No sólo porque en ella se estableció el primer Estudio General, sino porque durante los primeros años de existencia de los Estudios Generales y subsiguiente Universidad, en la vieja colegiata tuvieron lugar las Sesiones de Grado, así como la entrega de títulos de Doctor a los estudiantes universitarios que alcanzaban dicha categoría académica.
Tampoco fue esta plaza vallisoletana ajena a la vida judicial de la ciudad, pues en ella estuvo situado su rollo, una columna de piedra en la que un león sujetaba un banderín con el emblema del Conde Ansúrez y retenía bajo sus garras a un moro, ante el cual se daba publicidad a determinadas sentencias y disposiciones judiciales, sirviendo también de picota, junta a la cual se exponían al castigo público a los autores de determinados delitos. La fachada de la Universidad se situó en la Plazuela de Santa María en 1715, mientras durante años se conservó la primitiva puerta de entrada en la calle de las Librerías y sirvió de telón de fondo a las celebraciones universitarias, en las cuales no era extraña la celebración de corridas de toros.
Antes de que comenzara a edificarse nuestra inacabada catedral herreriana, los terrenos inmediatos a la desaparecida colegiata, estuvieron ocupados por distintas edificaciones que constituyeron las, en algún momento, llamadas Callejas de la Catedral y en una de cuyas casas (posiblemente habitadas por artesanos y profesionales relacionados con la universidad), nació el día 28 de Octubre de 1552, San Simón de Rojas, santo trinitario, cuya capilla actual en la catedral ocupa lo que fuera el solar de la casa de sus padres.
Dada la importancia histórica del nombre de la plaza, así como la tradicional defensa mariana de los vallisoletanos, resulta sorprendente su cambio debido únicamente a que la fachada de la Universidad se encuentra situada en ella.
Hasta mediados del siglo pasado todas las plazas que no fueran la Plaza Mayor, eran popularmente llamadas plazuelas, quizás por considerarla menos importantes en la vida ciudadana. El caso de la antigua Plazuela de Santa María, constituye la excepción a la regla pues sin entrar en disquisiciones sobre su superficie, tanto como eje de la vida ciudadana durante varios siglos, como su emplazamiento en ella de instituciones e historia, la vieja plazuela, lleva ventaja a la actual primera Plaza de la ciudad.
La primera referencia cierta de la que sería Plaza de la Universidad, la recoge Don Matías Sangrador del documento de donación de los condes de Ansúrez a Don Salto, primer abad de la colegiata de Santa María la Mayor, por la que se entrega dicha edificación y se fijan las bases económicas para su funcionamiento. La citada institución abacial tuvo su primera sede en la iglesia de Santa María de la Antigua, que desde entonces recobró su función parroquial que aún conserva en nuestros días.
El comienzo de la actividad de la colegiata, como habitualmente sucedía en los centros de población medievales, supuso que su entorno se constituyera en el más importante lugar de la vida mercantil y social de la población y en ella se concretaron importantes actividades religiosas, mercantiles, municipales, docentes y sociales de la naciente villa.
Desde sus comienzos, el lugar se conoció como Plaza de Santa María o Plaza del Mercado, hasta que el mercado que se celebraba en el entorno de la colegiata (1248 y documentalmente probado, en 1260), comenzó a extenderse hacia la amplia zona comprendida entre las actuales Plaza Mayor, de la Fuente Dorada y de la Universidad, que fue el lugar de asentamiento de los primeros gremios artesanos, comenzando a conocerse la amplia zona como Plaza del Mercado Nuevo, denominación que con el paso de los años se transformó en Plaza del Mercado, mientras que la Plaza de Santa María comenzó a conocerse con el complemento de Plaza vieja del Mercado.
Nuestra Plaza Mayor fue la sucesora de algunos de los servicios prestados en la Plazuela de Santa María. Siendo la característica más común en las plazas mayores la presencia en las mismas de sus ayuntamientos, o casas consistoriales.
La colegiata tuvo gran trascendencia e importancia en el nacimiento de nuestra Universidad. No sólo porque en ella se estableció el primer Estudio General, sino porque durante los primeros años de existencia de los Estudios Generales y subsiguiente Universidad, en la vieja colegiata tuvieron lugar las Sesiones de Grado, así como la entrega de títulos de Doctor a los estudiantes universitarios que alcanzaban dicha categoría académica.
Tampoco fue esta plaza vallisoletana ajena a la vida judicial de la ciudad, pues en ella estuvo situado su rollo, una columna de piedra en la que un león sujetaba un banderín con el emblema del Conde Ansúrez y retenía bajo sus garras a un moro, ante el cual se daba publicidad a determinadas sentencias y disposiciones judiciales, sirviendo también de picota, junta a la cual se exponían al castigo público a los autores de determinados delitos. La fachada de la Universidad se situó en la Plazuela de Santa María en 1715, mientras durante años se conservó la primitiva puerta de entrada en la calle de las Librerías y sirvió de telón de fondo a las celebraciones universitarias, en las cuales no era extraña la celebración de corridas de toros.
Antes de que comenzara a edificarse nuestra inacabada catedral herreriana, los terrenos inmediatos a la desaparecida colegiata, estuvieron ocupados por distintas edificaciones que constituyeron las, en algún momento, llamadas Callejas de la Catedral y en una de cuyas casas (posiblemente habitadas por artesanos y profesionales relacionados con la universidad), nació el día 28 de Octubre de 1552, San Simón de Rojas, santo trinitario, cuya capilla actual en la catedral ocupa lo que fuera el solar de la casa de sus padres.
Dada la importancia histórica del nombre de la plaza, así como la tradicional defensa mariana de los vallisoletanos, resulta sorprendente su cambio debido únicamente a que la fachada de la Universidad se encuentra situada en ella.
Hasta mediados del siglo pasado todas las plazas que no fueran la Plaza Mayor, eran popularmente llamadas plazuelas, quizás por considerarla menos importantes en la vida ciudadana. El caso de la antigua Plazuela de Santa María, constituye la excepción a la regla pues sin entrar en disquisiciones sobre su superficie, tanto como eje de la vida ciudadana durante varios siglos, como su emplazamiento en ella de instituciones e historia, la vieja plazuela, lleva ventaja a la actual primera Plaza de la ciudad.
-Fuente: Paseos por la ciudad. (Joaquín Martín de Uña). ISBN:84-932336-1-7
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