Estamos tan acostumbrados a pasar por delante de las iglesias de Santiago y de La Magdalena, que ya no nos llaman la atención los “adosados” que un día les nacieron pegados a sus piedras.
Al hablar de “adosados” nos referimos, naturalmente, a las construcciones que, como postizos adefesios, les nacieron a ambos templos en época de mayor tolerancia e indiferencia hacia el patrimonio monumental de la ciudad.
En la iglesia de Santiago, el adosado es una joyería y relojería que lleva el apellido de una familia de gran consideración comercial; y el de la iglesia de la Magdalena el adosado es una edificación que hace funciones de casa parroquial.
Ambos “adosados” son –arquitectónicamente hablando- dos chapuzas importantes. No sabemos quién pudo autorizar semejantes engendros, pero si fue eclesiástico o arquitecto, o ambos en connivencia, lo lamentamos por el feo servicio que le hicieron a la iglesia y a la arquitectura. Bueno es arrimarse a la Iglesia, pero no hasta el punto de pegarse a ella como una lapa.
El “adosado” de la iglesia de la Magdalena, si desapareciera, permitiría ver el templo tal y como fue construído en el siglo XVI y, liberado de semejante estorbo, ganaría en perspectiva propia dejando, además, a la vista el más importante resto de la arquitectura militar, posiblemente del siglo XIII, que se conserva en Valladolid.
Casi nadie puede verlo desde fuera, situado en el lugar donde se encuentra, oculto por esa casa número 20 de la calle Colón y detrás de una tapia conventual de las Huelgas Reales que discurre en línea con la calle Estudios. Hablamos de la que ha sido llamada “puerta del alcázar de la Magdalena”, aunque en realidad se trata de la puerta principal del muro de defensa del palacio de la reina Doña María de Molina.
Sería utópico dejar exenta la iglesia de la Magdalena para poder contemplar desde las calles Estudio y Colón una bella y nueva perspectiva urbana de nuestra ciudad formada por una iglesia del siglo XVI mandada construir por Don Pedro de la Gasca, y una puerta mudéjar del siglo XIII del palacio de la reina Doña María de Molina.
Al hablar de “adosados” nos referimos, naturalmente, a las construcciones que, como postizos adefesios, les nacieron a ambos templos en época de mayor tolerancia e indiferencia hacia el patrimonio monumental de la ciudad.
En la iglesia de Santiago, el adosado es una joyería y relojería que lleva el apellido de una familia de gran consideración comercial; y el de la iglesia de la Magdalena el adosado es una edificación que hace funciones de casa parroquial.
Ambos “adosados” son –arquitectónicamente hablando- dos chapuzas importantes. No sabemos quién pudo autorizar semejantes engendros, pero si fue eclesiástico o arquitecto, o ambos en connivencia, lo lamentamos por el feo servicio que le hicieron a la iglesia y a la arquitectura. Bueno es arrimarse a la Iglesia, pero no hasta el punto de pegarse a ella como una lapa.
El “adosado” de la iglesia de la Magdalena, si desapareciera, permitiría ver el templo tal y como fue construído en el siglo XVI y, liberado de semejante estorbo, ganaría en perspectiva propia dejando, además, a la vista el más importante resto de la arquitectura militar, posiblemente del siglo XIII, que se conserva en Valladolid.
Casi nadie puede verlo desde fuera, situado en el lugar donde se encuentra, oculto por esa casa número 20 de la calle Colón y detrás de una tapia conventual de las Huelgas Reales que discurre en línea con la calle Estudios. Hablamos de la que ha sido llamada “puerta del alcázar de la Magdalena”, aunque en realidad se trata de la puerta principal del muro de defensa del palacio de la reina Doña María de Molina.
La casa parroquial y la tapia conventual impide la contemplación de la Puerta del Palacio de María de Molina
Sería utópico dejar exenta la iglesia de la Magdalena para poder contemplar desde las calles Estudio y Colón una bella y nueva perspectiva urbana de nuestra ciudad formada por una iglesia del siglo XVI mandada construir por Don Pedro de la Gasca, y una puerta mudéjar del siglo XIII del palacio de la reina Doña María de Molina.
-Fuente: Aire de Siglos (Selección de Articulos) . José Delfín Val. ISBN:84-95389-82-7 y 84-96186-05-9
Comentarios
Respecto a la casa que hay junto a la Magdalena me parece una vergüenza. Porque últimamente la han reconstruído (ingenuamente llegué a pensar hace un tiempo que la desmantelaban)
La Iglesia perdió hace siglos el sentido estético y artístico. Y me temo que pedirla reconsideraciones no sirve absolutamente para nada. Es peor que el poder político que, al menos, es más esponjoso con modas y corrientes de los tiempos nuevos.
Me gusta tu post, lo encuentro más reivindicativo y con razón.
Un abrazo.
- Daniel