El Museo Pedagógico de Ciencias Naturales de Valladolid


Por Roberto Matesanz Gascón
Fundado en 1966 por Jesús María Hernando Cordovilla. Fue por entonces cuando su fundador, del que ahora lleva el nombre, organizó en una de las salas de la Escuela Normal de Magisterio (actual Colegio García Quintana) un exposición con piezas aportadas por los alumnos universitarios. En principio de carácter temporal, la colección, ampliada y mejorada, constituyó el germen del actual Museo ubicado en la Plaza de España.


Don Jesús María Hernando siguió siendo hasta su fallecimiento el "alma" de la institución, desarrollando una labor abnegada, desinteresada y polifacética, ya que igual se encargaba de adquirir piezas para el Museo que de guiar las visitas, pasando por de preparar vitrinas y carteles o atender a su administración. Pero sería injusto olvidar que siempre contó a su lado con una colaboradora con no menos virtudes que él: su mujer, Dña. María Huelmo, que si no ha alcanzado igual notoriedad entre los conocedores y visitantes del Museo que D. Jesús María es debido sobre todo a su innata modestia y discreción, que la aparta de todo interés por que se reconozcan sus méritos.


Hoy en día el Museo depende orgánicamente de la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid. Fallecido su fundador en la primavera de 1993, la dirección del Museo pasó a Dña. Mercedes Buendía, profesora en la propia Facultad de Educación, quien lo dirige desde entonces. Sin embargo, ello no obsta para que Dña. María Huelmo, viuda de Don Jesús María Hernando y activísima colaboradora del mismo como ya hemos apuntado, lo visite de forma regular, preocupándose y colaborando en lo referente a su funcionamiento. Ambas cuentan para ello con la ayuda que prestan dos auxiliares de servicios de la Universidad de Valladolid y, de forma más o menos accidental, con la colaboración desinteresada de algunos amantes de las ciencias naturales. Durante estas casi tres décadas de existencia el Museo ha ampliado notablemente el número de sus piezas, a lo cual han contribuido de forma importante un número elevado de donantes (los primeros de los cuales son recordados de forma cariñosa en un cuadro de honor situado en la entrada). De este modo, los fondos con que cuenta hoy el Museo se cuentan por miles, aun cuando un buen número de ellos estén aun por inventariar.


Este elevado número de piezas se distribuye por una quincena de salas, conformadas con criterios esencialmente científicos y pedagógicos. Así, nada más entrar se visita la Sala I, que lleva el nombre de Don Fernando López de Mendigutía y que está dedicada a vertebrados inferiores. En esta sala los peces, anfibios, reptiles y procordados se ubican de forma lógica según sus órdenes, clases, géneros y especies y además su estudio "de visu" se ve completado con esquemas filogenéticos, maquetas de sus órganos y aparatos internos, rótulos con su distribución geográfica y modo de vida, etc. Las salas sucesivas, igualmente, están dedicadas a otras tantas personalidades científicas y constituidas por grandes temas de las Ciencias Naturales (Geognosia, Biología, Aves, etc.), con profusión de esquemas, mapas y maquetas.


El espíritu del Museo radica en su función eminentemente pedagógica, pero ello no debe obstar para señalar el elevado valor y vistosidad así como la rareza de algunas de sus piezas. Por ejemplo, la del pez vela pescado en aguas de Acapulco y donado al Museo por D. Martín Vivero Nogueral. O la llamativa cabeza humana reducida por los jíbaros de la cuenca amazónica que se expone en la sección arqueológica. Otros fondos han sido objeto de estudio principal en la elaboración de tesis doctorales, caso de la importante colección de dientes de Hipparion (un pariente de los actuales caballos que vivió durante el Mioceno, hace millones de años) que se halla en la Sala de Paleontología; o de los dos cráneos de gorilas de llanura del Africa Occidental, estudiados por un joven investigador del Museo de Ciencias Naturales de Madrid (según el cual eran los mejores que había visto tras visitar todos los museos peninsulares). Pero en realidad, detrás de cada pieza se esconde todo un universo de anécdotas, de significado y de historia cuya mera enumeración sería prolija en exceso; es imposible resumir en unas líneas la historia de cómo y por qué fue donado un cisne por uno de los alcaldes de Valladolid, lo que sentía Félix Rodríguez de la Fuente por el halcón de la Sala V, cómo llegó al Museo la valiosa colección de perlas de la Sala III o aún simplemente hacer la relación de especies representadas en el Museo que de forma lamentable ya están (o casi) extinguidas, o de los minerales que ya son muy difíciles de encontrar tras el auge coleccionista de los últimos años.


Con las limitaciones que impone la economía en unos tiempos de austeridad, el Museo sigue renovándose de forma paulatina. De hecho, hace poco se ha informatizado y en la actualidad se está estudiando la posibilidad de su remodelación y ampliación e incluso la conveniencia de un posible traslado a otras instalaciones universitarias, más adecuadas para acoger una institución de estas características. Pero mientras se adopta una decisión, el Museo Pedagógico de Ciencias Naturales sigue su andadura en la Plaza de España.
En la actualidad las visitas se realizan por grupos (previa concertación de visita llamando al propio Museo) de martes a viernes por la mañana. Mientras que los interesados en verlo de forma individual o bien acompañados de familiares o amigos pueden hacerlo todos los sábados de 11 a 13 horas, siendo la entrada gratuita. Este horario sólo se altera cuando se hacen exposiciones monográficas, eventos durante los cuales suelen ampliarse considerablemente los horarios de apertura. Dicho sea de paso, algunas de las exposiciones realizadas, como la de la Colección de Minerales de Iberdrola y la de la Colección de Artrópodos (en su mayoría mariposas) de D. Rafael Cítores, han gozado de una amplia aceptación por parte del público, algo por lo demás lógico si tenemos en cuenta la enorme calidad que atesoraban ambas colecciones.


Decir por último que pese a las limitaciones espaciales, presupuestarias y de otro tipo que constriñen la actividad del Museo, éste cuenta con una notable afluencia de visitantes, ya que en los últimos años el número de éstos se ha situado en torno a los diez mil por curso académico. Cifra respetable sobre todo si tenemos en cuenta la escasa publicidad con que cuenta este Museo.

Horarios de Visitas: Sábados 11 a 13 horas.
E-mail: museo.ciencias.naturales@uva.es
Ubicación: Plaza España 7 (Colegio García Quintana). 47001 Valladolid.
Teléfono: 983211609
www.uva.es


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Comentarios

Pilar del moral cordovilla ha dicho que…
Muchísimas gracias por la mención a Jesús Hernando cordovilla (por error se ha publicado con b y no con v, que es lo correcto....). Gran persona y gran maestro junto a su mujer María huelmo.
Fdo: Pilar del moral cordovilla
Unknown ha dicho que…
Dejo testimonio, de la gran labor de D. Jesús María Hernando del que me cabe el honor de haber sido alumna de Magisterio. Quiero hacer constar que el primer colaborador y ayudante en la construcción del Museo, fue Bernardino Rodríguez Paredes, vallisoletano, y que estudió Magisterio en las fechas del arranque y creación del Museo. Bernardino estudió posteriormente Bellas Artes en Valencia, en las especialidades de Escultura y Pintura.Hoy jubilado, fue Catedrático de Dibujo y ocupó en la enseñanza cargos relevantes. En la actualidad sigue trabajando en su estudio de Valencia en las Artes Plásticas.
Unknown ha dicho que…
Fue mi profesor D. Jesús de arqueología y cristalografía cuando estudie profesora de EGB y era un muy buen profesor. Íbamos al museo muchas veces con él a las prácticas. Gran transmisor de su entusiasmo por la asignatura y por la enseñanza. Un gran profesor.😊