Por José Delfín Val
Hay un paso en la Semana Santa de Valladolid que se llevó por delante la vida de un hermano de carga. O al menos así se ha creído. Esa es la razón de que le apoden “El Reventón”, aunque su verdadero nombre es “El Descendimiento”. Consta de siete figuras talladas por Gregorio Fernández entre los años 1623-1624 para la Vera Cruz y arroja un peso de 3.500 kilos.
El mote viene dado por un hecho constatado por el cronista Ventura Pérez, quien en su Diario de Valladolid escribió, al referirse a sucesos del año 1741 y bajo el epígrafe Procesión y desgracia, lo que sigue: “En la procesión de Las Angustias del Jueves Santo y al sacar el paso del Descendimiento de la iglesia de la Vera Cruz quedó aprisionado debajo de él un cofrade que fue trasladado en muy grave estado al Hospital General”.
No dice el diarista si el desafortunado murió de resultas del percance, pero desde entonces el paso recibe el nombre de “El Reventón”, debido a sus tres toneladas y media de peso, que para ser bien movidas han de estar repartidas entre los hermanos de carga. En 1741 no lo estuvieron.
El descendimiento
Pero hagamos una breve descripción de este paso del descendimiento: De este grandioso paso fue separada la imagen de Nuestra Señora en 1757 para rendirla culto en el altar mayor con el nombre de Nuestra Señora de la Vera Cruz, siendo sustituida por una copia de menor calidad a la tallada por Fernández. La disposición de las siete figuras se conserva tal y como las montó su autor en 1624.
García Chico publicó el contrato firmado entre el escultor y la cofradía por el cual y en fecha 16 de junio de 1623, Fernández se comprometía “ente Juan Jiménez y Francisco Ruiz, alcaldes ambos de la Vera Cruz, a realizar un paso en madera de la historia del Descendimiento de Cristo Nuestro Señor de la Cruz, con siete figuras que han de ser: Cristo Nuestro Señor cuando lo descendieron, Nicodemos, José de Arimatea, Nuestra Señora, San Juan, La Magdalena y un sayón, todo conforme a la traza realizada anteriormente en cera”.
El momento de la pasión de Cristo que se cuenta en esta escena tiene la teatralidad propia del resto de los pasos pero en éste especialmente la secuencia tiene dos partes. Hay una escena a nivel del suelo y otra en lo alto de la cruz donde José de Arimatea y Nicodemo ascienden sirviéndose de sendas escaleras para hacer descender el cuerpo muerto de Jesús. El estudio anatómico del cuerpo muerto es perfecto y la serenidad del rostro no es precisamente la de un hombre que ha muerto en medio de semejante castigo. Este concepto está muy acusado en muchas de las obras de Gregorio Fernández en las que no permanece la violencia, sino la serenidad en los gestos.
Hay un paso en la Semana Santa de Valladolid que se llevó por delante la vida de un hermano de carga. O al menos así se ha creído. Esa es la razón de que le apoden “El Reventón”, aunque su verdadero nombre es “El Descendimiento”. Consta de siete figuras talladas por Gregorio Fernández entre los años 1623-1624 para la Vera Cruz y arroja un peso de 3.500 kilos.
El mote viene dado por un hecho constatado por el cronista Ventura Pérez, quien en su Diario de Valladolid escribió, al referirse a sucesos del año 1741 y bajo el epígrafe Procesión y desgracia, lo que sigue: “En la procesión de Las Angustias del Jueves Santo y al sacar el paso del Descendimiento de la iglesia de la Vera Cruz quedó aprisionado debajo de él un cofrade que fue trasladado en muy grave estado al Hospital General”.
No dice el diarista si el desafortunado murió de resultas del percance, pero desde entonces el paso recibe el nombre de “El Reventón”, debido a sus tres toneladas y media de peso, que para ser bien movidas han de estar repartidas entre los hermanos de carga. En 1741 no lo estuvieron.
El descendimiento
Pero hagamos una breve descripción de este paso del descendimiento: De este grandioso paso fue separada la imagen de Nuestra Señora en 1757 para rendirla culto en el altar mayor con el nombre de Nuestra Señora de la Vera Cruz, siendo sustituida por una copia de menor calidad a la tallada por Fernández. La disposición de las siete figuras se conserva tal y como las montó su autor en 1624.
García Chico publicó el contrato firmado entre el escultor y la cofradía por el cual y en fecha 16 de junio de 1623, Fernández se comprometía “ente Juan Jiménez y Francisco Ruiz, alcaldes ambos de la Vera Cruz, a realizar un paso en madera de la historia del Descendimiento de Cristo Nuestro Señor de la Cruz, con siete figuras que han de ser: Cristo Nuestro Señor cuando lo descendieron, Nicodemos, José de Arimatea, Nuestra Señora, San Juan, La Magdalena y un sayón, todo conforme a la traza realizada anteriormente en cera”.
El momento de la pasión de Cristo que se cuenta en esta escena tiene la teatralidad propia del resto de los pasos pero en éste especialmente la secuencia tiene dos partes. Hay una escena a nivel del suelo y otra en lo alto de la cruz donde José de Arimatea y Nicodemo ascienden sirviéndose de sendas escaleras para hacer descender el cuerpo muerto de Jesús. El estudio anatómico del cuerpo muerto es perfecto y la serenidad del rostro no es precisamente la de un hombre que ha muerto en medio de semejante castigo. Este concepto está muy acusado en muchas de las obras de Gregorio Fernández en las que no permanece la violencia, sino la serenidad en los gestos.
Datos:
-Autor: Gregorio Fernández, 1623; Virgen, de Pedro Sedano, 1757.
-Cofradía que lo alumbra: Cofradía El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte (1939)
-Días: Jueves y Viernes Santo
-Procesiones en las que participa: Regla de la Santa Vera Cruz y General de la Pasión.
-Propiedad: Cofradía de la Vera Cruz en su iglesia homónima.
-Cofradía que lo alumbra: Cofradía El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte (1939)
-Días: Jueves y Viernes Santo
-Procesiones en las que participa: Regla de la Santa Vera Cruz y General de la Pasión.
-Propiedad: Cofradía de la Vera Cruz en su iglesia homónima.
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