Introducción a la obra de Juan de Juni
Existe, además, una faceta de Juni no excesivamente conocida como es la de su versatilidad a la hora de emplear diferentes materiales como base para sus creaciones: madera, piedra (en San Marcos de León) e, incluso, barro cocido (caso del grupo realizado para la iglesia de San Francisco de Medina de Rioseco) serán empleados en función de las necesidades o exigencias que se impondrán a lo largo del desarrollo de la obra.
Principales obras de Juan de Juni
Juan de Juni será, junto con el precursor Alonso Berruguete, el gran representante de la nueva escultura española que se desarrollará a lo largo de todo el s.XVI. De origen francés (en este siglo España se convertirá en centro de atracción para artistas de diversos países), su asentamiento hacia 1530 en Valladolid dará como resultado el refuerzo del foco castellano, en lo que a escultura se refiere.
Frente al nerviosismo e ímpetu propios de la obra de Berruguete, en Juni se aprecia un desarrollo centrípeto de las fuerzas vitales que animan a los personajes y, sobre todo, un estilo muy estudiado, pudiéndose decir que, en sus composiciones, grandes, rotundas y angustiosas, el Manierismo español encontrará su mejor presentación.
Biografía de Juan de Juni
Procedente de la localidad borgoñona de Joigny (a partir de cuya castellanización se cree debió formarse el apellido "Juni"), no será hasta comienzos de la década de los años treinta cuando se le pueda situar en España. Existen pocos datos conocidos acerca del periodo anterior a dicha fecha (su nacimiento se sitúa hacia 1507), aunque suele aceptarse la hipótesis de que su formación, de carácter local, debió de completarla con una estancia en Italia.
En 1533 se sabe que está en León, trabajando en el convento de San Marcos, instalándose, ya a finales de década, en Valladolid, ciudad en la que llevará a cabo la mayor parte de su producción (trabajará de forma sistemática en retablos e imaginería procesional) y donde morirá en 1577, pudiendo considerarse de esta manera su obra como característica del bajo Renacimiento español (a pesar de su procedencia francesa).
El aprecio de su calidad como artífice queda demostrado por la gran cantidad de encargos que desarrolló en la época (se dedicará sobre todo a escultura religiosa, como venía siendo norma hasta el momento); así, a lo largo de la segunda mitad (aproximadamente) del s.XVI trabajará en el magnífico Santo entierro de Cristo procedente del convento vallisoletano de San Francisco, en el retablo mayor de la iglesia de Santa María la Antigua (hoy en la Catedral de Valladolid) o en la imagen de La dolorosa para la Iglesia de las Angustias de la misma ciudad, entre muchos otros.
Existe, además, una faceta de Juni no excesivamente conocida como es la de su versatilidad a la hora de emplear diferentes materiales como base para sus creaciones: madera, piedra (en San Marcos de León) e, incluso, barro cocido (caso del grupo realizado para la iglesia de San Francisco de Medina de Rioseco) serán empleados en función de las necesidades o exigencias que se impondrán a lo largo del desarrollo de la obra.
Principales obras de Juan de Juni
Quizá una de las piezas de mayor calidad, éxito y complejidad realizadas por Juan de Juni sea el Santo Entierro de Cristo (1541-1544), proyecto funerario elaborado en su momento para una capilla ubicada en el desaparecido convento de San Francisco de Valladolid (hoy día se puede admirar en el Museo Nacional de Escultura). Encargado por el obispo de Mondoñedo, fray Antonio de Guevara, habría formado parte de un retablo situado en dicha capilla, ocupando la parte inferior del mismo.
En esta pieza, intensamente dramática, son apreciables los orígenes borgoñones de Juni, la influencia de Della Quercia en el tratamiento de los paños y plegados (así como en la representación de un verismo que no elude la crudeza) y el conocimiento de la obra de Miguel Ángel. De este último tomará prestado su sentido monumental de la proporción (característica que le acompañará a lo largo de toda su producción, puesto que Juni va a ser un enamorado de "lo gigante"), además de algunas expresiones de los rostros (debió de conocer el grupo escultórico del Laocoonte).
Cristo de la Expiración
Conjunto de distribución clásica, en él la figura de Cristo se erige en eje central (expresivo y compositivo), estableciéndose a partir del mismo los personajes secundarios en un ritmo simétrico. Estas figuras corpulentas en posiciones giradas ("interpelando" al espectador) y retorcidas sobre sí mismas, además de los anchos rostros contraídos por la pena, se suman a la teatralidad inherente a todo el conjunto, confiriéndole un sentido que va más allá del Manierismo y antecede de algún modo el Barroco (a pesar de la fuente clasicista en la que se inspira).
Importantísimo va a ser en la producción de Juan de Juni el uso que de la policromía hará, consiguiendo reforzar por medio de la misma el dramatismo impreso a las diversas escenas, pudiéndose apreciar dicha utilización, en este caso, en el rostro del cristo muerto así como en las llagas y heridas que cubren su piel.
De esta manera, teatralidad, expresionismo, acabados muy estudiados (cada obra será cuidadosamente preparada y ejecutada) y monumentalidad van a ser características comunes en la producción de Juan de Juni (además, por medio de la misma, realizará una aportación de nuevas iconografías a la escultura del momento).
Retablo mayor de la Catedral de Valladolid, procedente de la
iglesia de La Antigua, realizado por Juan de Juni.
Merece la pena destacar de la totalidad de su obra, junto con este santo entierro, la pieza de La dolorosa, también llamada Virgen de los cuchillos, por la excepcional calidad con la que consigue plasmar el sentimiento de angustia y dolor de la madre de Cristo. Esta obra, una de las más famosas de Juan de Juni y que posteriormente servirá de modelos para otros pasos, será un encargo realizado por la cofradía de la iglesia de la Virgen de las Angustias de Valladolid (su datación aproximada se corresponde con la década de 1560).
Es ésta una imagen exenta ejecutada para ser vista desde distintos puntos, de un gran tenebrismo escultórico y que va a recoger todo el manierismo pro-Barroco propio de la obra de Juni (pliegues en los paños, encarnados, rostro expresivo, rotundidad…) por medio de una técnica extremadamente depurada puesta al servicio de la transmisión de la emotividad (siempre contenida en última instancia, consumiéndose en el interior de los personajes).
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