La ruta que ahora se propone transcurre por algunas de las iglesias pertenecientes a diferentes conventos y monasterios, cofradías, órdenes religiosas, etc., que pueden conocerse recorriendo el centro histórico de la ciudad. No obstante, el visitante se irá encontrando en su paseo con más de las aquí descritas pues en su momento de mayor esplendor Valladolid fue lugar de clérigos y nobles siendo numerosas las iglesias, conventos y palacios en ella construidos.
En el lateral izquierdo del Ayuntamiento (Enrique María Repullés 1908), en la calle del mismo nombre, calle de Jesús, se encuentra la iglesia de tipo penitencial perteneciente a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Abierta al culto en 1676, un incendio declarado en su interior en el siglo XVIII y la remodelación del trazado urbano en el XIX la cambiaron notablemente siendo la fachada actual de ladrillo, acomodándose a un modelo de neorrománico de tipo catalán, con arquillos lombardas en su cornisa, ventanas de arco de medio punto y óculo central circular.
En la calle de la Pasión, al final de la cual se halla la iglesia del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, se encuentra la que fuera iglesia Penitencial de la Pasión hoy Sala Municipal de Exposiciones. A la misma actividad se dedica en la actualidad la Iglesia de las Francesas en la calle Santiago Apóstol, templo que atesora importantes obras. Esta última, además de un grupo de sepulcros con estatuaria gótica finalmente labrada, dispone de un excelente retablo de Alonso Berruguete y obras de Manuel Álvarez, Francisco de la Maza y Francisco Rincón.
El Monasterio y la Iglesia de San Benito el Real se yerguen sobre el solar del antiguo Alcazarejo y la muralla medievales por donación de Juan I en 1390 a la orden benedictina. La iglesia nueva se comenzó a reedificar por los arquitectos Juan de Arandia y García de Olave en 1499, bajo el patrocinio de varios personajes. El pórtico sería construido a partir de 1569 por Rodrigo Gil de Hontañón con pilares octogonales y dos alturas. En la actualidad cada uno de los tres patios que forman el complejo arquitectónico cumplen diversas funciones. El Patio Herreriano alberga la sede del Museo de Arte Contemporáneo Español.
Antes de llegar a la real y muy noble Plaza de San Pablo, en la histórica calle de San Ignacio a la que asoman palacios y casonas, se halla la Iglesia de San Miguel y San Julián. Edificada por los jesuitas entre 1579-91, el conjunto atribuido a Juan de Nates, se articula en torno a una sola y espaciosa nave. La fachada principal muestra una imagen gótica de S. Miguel, y los escudos de los Condes de Fuensaldaña, aquí enterrado, y el real de Carlos III. Guarda una apreciable colección de tallas, retablos y pinturas de artistas como Gregorio Fernández, Pedro de Sierra o Gil de Mena.
Ya en la plaza del mismo nombre, la Iglesia de San Pablo es el único vestigio del convento de dominicos (s.XIII), derruido durante la Guerra de la Independencia. La construcción del templo, donde fue bautizado Felipe II, y su sacristía, entre los siglos XV-XVI, se debe a los cardenales Juan de Torquemada y García de Loaysa y a Fray Alonso de Burgos. Desde 1601, el Duque de Lerma, Valido de Felipe III, acomete profundas reformas clasicistas de impronta herreriana en el interior y el conjunto monumental de la fachada, de estilo hispano-flamenco, con dos partes diferenciadas; la inferior (s.XV) obra de Simón de Colonia, y la superior, de época del Duque de Lerma. Al fondo la Iglesia de San Benito “el Viejo”, llamada así para diferenciarla de San Benito el Real, se encuentra adosada al Palacio del Conde de Gondomar quien, a finales el siglo XV, mandaría rehacer la cabecera y grabar sus armas en la parte exterior. En la actualidad, está adscrita al Museo Nacional de Escultura.
Dejando tras nuestros pasos la Iglesia de San Martín, románica torre al igual que la de Santa María de la Antigua, enfrente del Teatro Calderón, está la Iglesia de las Angustias. Construida en 1597 bajo la dirección de Juan de Nates a iniciativa de don Martín Sánchez de Arazamendi, miembro de Cofradía Penitencial de la Quinta Angustia, presenta las características propias de un templo penitencial acondicionado para el cobijo de pasos procesionales. La portada, enteramente de piedra caliza, consta de dos cuerpos siendo las esculturas de San Pedro y San Pablo, la Piedad y la Anunciación obra de Francisco del Rincón. Del mismo autor es el retablo mayor y la imagen del cristo de los Carboneros. Guarda asimismo, la imagen titular, o Quinta Angustia, obra de Juan de Juni.
Del siglo XVI data la Iglesia que la Cofradía de la Santísima Vera Cruz encargó en 1581 a Pedro de Mazuecos el Viejo, interviniendo en su portada Juan de Nates y Diego de Praves. El proyecto inicial de una nave será ampliado en el siglo XVII por Juan Tejedor Lozano resultando una iglesia de tres naves y amplio crucero con cúpula rematada en cimborrio. Alberga en su interior un importante conjunto de tallas procesionales de Gregorio Fernández y Andrés Solanes, entre otros.
Emblema de al ciudad es la Iglesia de Santa María de la Antigua que comenzará siendo capilla del palacio del Conde Ansúrez. El primitivo edificio desaparecerá en el siglo XIV para dar paso a la iglesia gótica que no parará de sufrir diversas transformaciones. Destaca la soberbia torre cuadrangular rematada en chapitel apuntado y el pórtico norte añadidos a la primitiva iglesia del siglo XIII. Declarada Monumento Nacional en 1897, el interior se divide en tres naves rematadas por ábsides, de los que sobresale el central, siguiendo la estructura clásica del románico. Las naves y los ábsides se cubren con bóvedas de crucería de estilo gótico. En su altar mayor se halló el retablo dedicado a la Virgen, obra de Juan de Juni (siglo XVI), actualmente sito en la capilla mayor de la Catedral.
Frente a la Casa-Museo de Colón se encuentra la Iglesia de Santa María Magdalena (s.XVI), cuya fachada está presidida por el escudo nobiliario de su promotor, don Pedro de la Gasca. Destacan el retablo mayor y sepulcro obras de Esteban Jordán y la capilla del Doctor Corral obra de Francisco Giralda.
La construcción de la Catedral se inició sobre el solar de la antigua Colegiata en 1527. Hacia 1580 Juan de Herrera proyectó sobre la planta basilical precedente un templo de tres naves y crucero, inconcluso. En 1596, por voluntad de Felipe II, se le otorga la categoría de Catedral. En el siglo XVIII, Alberto Churriguera retoma el esquema herreriano y le da su peculiar impronta barroca. En su interior se encuentra el Museo Diocesano y Catedralicio cuyos fondos constituyen una interesante selección de esculturas, pinturas, orfebrería, etc.
Próxima a la Plaza Mayor, la Iglesia de San Felipe Neri (S. XVII), guarda una importante colección de rejas y retablos barrocos cuya arquitectura es obra de Francisco de Villota mientras que las esculturas y relieves más notables lo son de Juan Pedro de Ávila.
En la calle de la Pasión, al final de la cual se halla la iglesia del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, se encuentra la que fuera iglesia Penitencial de la Pasión hoy Sala Municipal de Exposiciones. A la misma actividad se dedica en la actualidad la Iglesia de las Francesas en la calle Santiago Apóstol, templo que atesora importantes obras. Esta última, además de un grupo de sepulcros con estatuaria gótica finalmente labrada, dispone de un excelente retablo de Alonso Berruguete y obras de Manuel Álvarez, Francisco de la Maza y Francisco Rincón.
El Monasterio y la Iglesia de San Benito el Real se yerguen sobre el solar del antiguo Alcazarejo y la muralla medievales por donación de Juan I en 1390 a la orden benedictina. La iglesia nueva se comenzó a reedificar por los arquitectos Juan de Arandia y García de Olave en 1499, bajo el patrocinio de varios personajes. El pórtico sería construido a partir de 1569 por Rodrigo Gil de Hontañón con pilares octogonales y dos alturas. En la actualidad cada uno de los tres patios que forman el complejo arquitectónico cumplen diversas funciones. El Patio Herreriano alberga la sede del Museo de Arte Contemporáneo Español.
Antes de llegar a la real y muy noble Plaza de San Pablo, en la histórica calle de San Ignacio a la que asoman palacios y casonas, se halla la Iglesia de San Miguel y San Julián. Edificada por los jesuitas entre 1579-91, el conjunto atribuido a Juan de Nates, se articula en torno a una sola y espaciosa nave. La fachada principal muestra una imagen gótica de S. Miguel, y los escudos de los Condes de Fuensaldaña, aquí enterrado, y el real de Carlos III. Guarda una apreciable colección de tallas, retablos y pinturas de artistas como Gregorio Fernández, Pedro de Sierra o Gil de Mena.
Ya en la plaza del mismo nombre, la Iglesia de San Pablo es el único vestigio del convento de dominicos (s.XIII), derruido durante la Guerra de la Independencia. La construcción del templo, donde fue bautizado Felipe II, y su sacristía, entre los siglos XV-XVI, se debe a los cardenales Juan de Torquemada y García de Loaysa y a Fray Alonso de Burgos. Desde 1601, el Duque de Lerma, Valido de Felipe III, acomete profundas reformas clasicistas de impronta herreriana en el interior y el conjunto monumental de la fachada, de estilo hispano-flamenco, con dos partes diferenciadas; la inferior (s.XV) obra de Simón de Colonia, y la superior, de época del Duque de Lerma. Al fondo la Iglesia de San Benito “el Viejo”, llamada así para diferenciarla de San Benito el Real, se encuentra adosada al Palacio del Conde de Gondomar quien, a finales el siglo XV, mandaría rehacer la cabecera y grabar sus armas en la parte exterior. En la actualidad, está adscrita al Museo Nacional de Escultura.
Dejando tras nuestros pasos la Iglesia de San Martín, románica torre al igual que la de Santa María de la Antigua, enfrente del Teatro Calderón, está la Iglesia de las Angustias. Construida en 1597 bajo la dirección de Juan de Nates a iniciativa de don Martín Sánchez de Arazamendi, miembro de Cofradía Penitencial de la Quinta Angustia, presenta las características propias de un templo penitencial acondicionado para el cobijo de pasos procesionales. La portada, enteramente de piedra caliza, consta de dos cuerpos siendo las esculturas de San Pedro y San Pablo, la Piedad y la Anunciación obra de Francisco del Rincón. Del mismo autor es el retablo mayor y la imagen del cristo de los Carboneros. Guarda asimismo, la imagen titular, o Quinta Angustia, obra de Juan de Juni.
Del siglo XVI data la Iglesia que la Cofradía de la Santísima Vera Cruz encargó en 1581 a Pedro de Mazuecos el Viejo, interviniendo en su portada Juan de Nates y Diego de Praves. El proyecto inicial de una nave será ampliado en el siglo XVII por Juan Tejedor Lozano resultando una iglesia de tres naves y amplio crucero con cúpula rematada en cimborrio. Alberga en su interior un importante conjunto de tallas procesionales de Gregorio Fernández y Andrés Solanes, entre otros.
Emblema de al ciudad es la Iglesia de Santa María de la Antigua que comenzará siendo capilla del palacio del Conde Ansúrez. El primitivo edificio desaparecerá en el siglo XIV para dar paso a la iglesia gótica que no parará de sufrir diversas transformaciones. Destaca la soberbia torre cuadrangular rematada en chapitel apuntado y el pórtico norte añadidos a la primitiva iglesia del siglo XIII. Declarada Monumento Nacional en 1897, el interior se divide en tres naves rematadas por ábsides, de los que sobresale el central, siguiendo la estructura clásica del románico. Las naves y los ábsides se cubren con bóvedas de crucería de estilo gótico. En su altar mayor se halló el retablo dedicado a la Virgen, obra de Juan de Juni (siglo XVI), actualmente sito en la capilla mayor de la Catedral.
Frente a la Casa-Museo de Colón se encuentra la Iglesia de Santa María Magdalena (s.XVI), cuya fachada está presidida por el escudo nobiliario de su promotor, don Pedro de la Gasca. Destacan el retablo mayor y sepulcro obras de Esteban Jordán y la capilla del Doctor Corral obra de Francisco Giralda.
La construcción de la Catedral se inició sobre el solar de la antigua Colegiata en 1527. Hacia 1580 Juan de Herrera proyectó sobre la planta basilical precedente un templo de tres naves y crucero, inconcluso. En 1596, por voluntad de Felipe II, se le otorga la categoría de Catedral. En el siglo XVIII, Alberto Churriguera retoma el esquema herreriano y le da su peculiar impronta barroca. En su interior se encuentra el Museo Diocesano y Catedralicio cuyos fondos constituyen una interesante selección de esculturas, pinturas, orfebrería, etc.
Próxima a la Plaza Mayor, la Iglesia de San Felipe Neri (S. XVII), guarda una importante colección de rejas y retablos barrocos cuya arquitectura es obra de Francisco de Villota mientras que las esculturas y relieves más notables lo son de Juan Pedro de Ávila.
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